Por fin apareció la esperada Encíclica del Papa Francisco sobre ecología, que toma nombre de la invocación de San Francisco de Asís en el Cántico de las Criaturas: “Alabado seas, mi Señor” (Laudato si´).
No es fácil hacer una apresurada síntesis de sus 191 páginas divididas en 6 capítulos. Prefiero señalar 5 claves novedosas, del ya de por sí novedoso texto, pues es la primera vez que se dedica una Carta Encíclica a tratar esta temática.
Primera: Francisco invita a tener una “conversión ecológica”. ¿Quién es el que debe convertirse? La sociedad, la Iglesia y el hombre concreto. La Iglesia corrige un modo peculiar de interpretar el relato de la Creación: “Hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas”. Mientras que a los individuos y a la sociedad se les invita a cambiar su tenor de vida: “La sobriedad, que se vive con libertad y conciencia, es liberadora… La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida”. Promueve un cambio en la conducta personal, menos individualista, más solidaria, también con las próximas generaciones, que sea respetuosa de la naturaleza. Ello será fruto de una actitud más contemplativa, capaz de descubrir el valor que para Dios tiene cada criatura.
Segunda: Quizá la más novedosa, donde Francisco propone una Ecología humana auténtica, caracterizada por la íntima unión entre los problemas ecológicos y los problemas sociales. Una “ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales”, descubriendo “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta”. Pone énfasis en que la preocupación ecológica es consecuencia de la dignidad humana, distanciándose así de la Deep ecology, que considera al hombre como igual a los demás organismos del planeta. Denuncia así que “no puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza, si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos”. Es decir, señala la incoherencia en defender a las ballenas, mientras se promueve el aborto. Por eso, “todo ensañamiento con cualquier criatura es contrario a la dignidad humana”. Para Francisco “no hay dos crisis separadas, una ambiental y la otra social, sino una única y compleja crisis socioambiental”.
Tercera: Descubre en la ecología un puente que sirve para estrechar contactos con otros cristianos, otras religiones, y personas que carentes de religión se preocupan sinceramente por mejorar la humanidad. De hecho el Metropolitano John Zizioulas, uno de los más importantes teólogos ortodoxos, señala en la presentación del texto: “Laudato si’“no se limita al tema de la ecología como tal. Veo en él una importante dimensión ecuménica que plantea a todos los cristianos divididos una tarea común que deben enfrentar juntos… la amenaza que representa para nosotros la crisis ecológica trasciende nuestras divisiones tradicionales”.
Cuarta: El diálogo como palabra clave. Francisco promueve la creación de un sincero diálogo interdisciplinar que permita hacer frente prontamente a los urgentes problemas ambientales. Científicos, empresarios, políticos, activistas sociales, debemos trabajar en conjunto para alcanzar un cambio cultural. “Hay discusiones sobre cuestiones relacionadas con el ambiente, donde es difícil alcanzar consensos… la Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política, pero invito a un debate honesto y transparente, para que las necesidades particulares o las ideologías no afecten al bien común”.
Quinta: Va a contracorriente. No se come los mitos políticamente correctos de la superpoblación ni de la salud reproductiva. “En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos atinan sólo a proponer una reducción de la natalidad… Debe reconocerse que el crecimiento demográfico es plenamente compatible con un desarrollo integral y solidario… Culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos, es un modo de no enfrentar los problemas”.
Francisco no le dice a todos lo que les gustaría oír, también en ese sentido su mensaje es profético.
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