La familia: la principal escuela

1) Para saber

El Papa Francisco prosiguió sus reflexiones sobre la familia y el lugar importante que ocupa la oración en la familia, pues ésta es la más importante escuela y los padres los principales maestros.

Está bien que los padres inviten y enseñen a rezar a los hijos. Pero no se trata sólo de decir las cosas, sino en primer lugar, han de enseñar con la vida, con el ejemplo. Es fácil hacer indicaciones o mandatos, pero influye más esforzarse por vivirlas. Y para transmitir el amor de Dios, habría que ver cómo lo vivimos, porque el primer mandamiento es: ”Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas” (cfr. Mt 22, 37).

El Papa decía que está bien creer en Dios y esperar que nos ayude en las dificultades, agradecerle. Pero, nos invita a preguntarnos qué tanto queremos al Señor: ¿El pensamiento de Dios nos conmueve, nos asombra, nos enternece? ¿Logramos pensar en Dios como la caricia que nos tiene en vida, antes de la cual no hay nada? ¿O lo pensamos solamente como el Todopoderoso que ha hecho cada cosa, el Juez que controla cada acción? Todo eso es verdad, pero sólo cuando Dios es el afecto de todos nuestros afectos, entonces lo amamos con todo nuestro corazón, surge natural la oración, y nos sentimos felices. Pero sobre todo ¡nos ama! ¿No es impresionante que Dios nos acaricie con amor de padre? Es muy bello, muy bello, añadía el Papa.

2) Para pensar

Cuando un francés, André Frossard, le hizo una entrevista a San Juan Pablo II, le preguntó sobre su niñez. El Papa emocionado contó que el ejemplo de sus padres y su sincera piedad le dejaron una huella para toda su vida.

Aunque su madre murió cuando se preparaba para su primera comunión, de ella aprendió sus primeras oraciones, que se le grabaron en el corazón y nunca las olvidó.

De su padre fue decisiva su influencia: “Mi padre era admirable. Los violentos golpes que tuvo que soportar abrieron en él una profunda espiritualidad, y su dolor se hacía oración. El mero hecho de verle rezando de rodillas tuvo una influencia decisiva en mis años de juventud”.

3) Para vivir

El Papa Francisco comentaba lo bello que es cuando las madres enseñan a los hijos pequeños a mandar un beso a Jesús o a la Virgen. ¡Cuánta ternura hay en eso! En aquel momento el corazón de los niños se transforma en lugar de oración y es un don del Espíritu Santo. ¡No olvidemos nunca pedir este don al Espíritu, que nos enseña a orar!

En familia se aprende a rezar el Rosario, a leer el Evangelio, que es como un pan bueno que nutre el corazón de todos; a rezar con sencillez en la mañana, en la noche, y cuando nos sentamos a la mesa. Enseñar a hacer la señal de la Cruz, es una tarea bella de las mamás y de los papás.

Cuando un corazón tiene el afecto por Dios convierte en oración incluso un pensamiento sin palabras, o una invocación ante una imagen sagrada, o un beso enviado hacia la iglesia. Así se sale de la obsesión de una vida a la cual le falta siempre el tiempo, reencuentra la paz y descubre la alegría de los dones inesperados, concluía el Papa.

 

 

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