1) Para saber
Un producto de belleza que tiene mucho éxito es aquel que dice proporcionar juventud. Ciertamente pueden ayudar, aunque no hacen milagros. Pero el Papa Francisco nos ofrece otra receta: la misericordia, que conserva siempre un rostro joven. Porque un corazón misericordioso sabe de ternura y compasión, se anima a salir de su comodidad; sabe ir al encuentro de los demás. Decir misericordia es decir compromiso, confianza, apertura, hospitalidad, compasión, es decir, sueños, características de la juventud.
2) Para pensar
Decía el Papa que le genera un dolor y preocupación encontrar a jóvenes que se han imposibilitado para vivir la misericordia al encerrarse, que ya «tiraron la toalla» antes de empezar el partido, que caminan con rostros tristes, como si su vida no tuviese valor, aburridos… y aburridores, que aburren a los otros.
Es una parálisis muy peligrosa que nace cuando se confunde la “felicidad” con la “comodidad”. El peligro de considerar que para ser feliz se necesita un buen sofá; un sofá que ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros; un sofá que garantiza horas de tranquilidad para trasladar al mundo de los videojuegos y pasar horas y horas frente a la computadora o la televisión. Un sofá que haga quedarnos en casa encerrados, sin fatigarnos ni preocuparnos. El «sofá-felicidad», es probablemente la parálisis silenciosa que más puede perjudicar, afirmaba el Papa.
“¿Por qué sucede esto? Porque poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos quedando dormidos, embobados y atontados”. Y así, hay jóvenes “viejos” que se jubilan a los 20 años.
Pero Jesús no es el Señor del confort, de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que ayuden a caminar por caminos nunca soñados, con nuevos horizontes, capaces de contagiar esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en el corazón cada actitud de misericordia.
Pensemos que no vinimos a este mundo a «vegetar», a pasarla cómodamente, a hacer de la vida un sofá que nos adormezca; al contrario, venimos a dejar una huella. Si optamos por la comodidad, por confundir felicidad con consumir, entonces el precio que pagamos es muy caro: perdemos la libertad. La droga no es la única que quita libertad.
3) Para vivir
Este tiempo sólo acepta jugadores titulares en la cancha, no suplentes, y para lograrlo y ser plenos hay una respuesta que no se vende, porque es una persona: Jesucristo. ¿Se puede comprar Jesucristo? No, Jesucristo es un don, es un regalo del Padre ¡para todos!, concluía el Papa.
Jesucristo es quien sabe darle verdadera pasión a la vida, nos mueve a no conformarnos con poco, a dar lo mejor de nosotros y nos impulsa a soñar alto; nos invita y nos ayuda a levantarnos cada vez que nos damos por vencidos; nos hace una promesa: «Felices los misericordiosos, porque encontrarán misericordia» (Mt 5,7). Felices los que saben perdonar, tener un corazón, dar lo mejor de sí a los demás, lo mejor, no lo que sobra.
La misericordia tiene siempre rostro joven, como el de María de Nazaret, que con su «sí» vivió la aventura de la misericordia, y es llamada «Madre de la Misericordia».
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