1) Para saber
El 25 de enero de 1915, Alexander Graham Bell hizo la primera llamada telefónica transcontinental desde Nueva York y fue recibida en el lado opuesto del continente por su ayudante Thomas Watson en San Francisco. Para ello se requirió unir los teléfonos mediante un cable de… ¡5,471 kilómetros! En 1877, se había creado la Bell Telephone Company, y en menos de diez años más de 150 mil poseían uno. Hoy en día se calcula que hay más teléfonos que personas en el mundo.
Gracias al teléfono entramos en comunicación con alguien. La liturgia, por su parte, también nos pone en comunicación con Alguien: con Dios. Comentaba el papa Francisco en su reciente Audiencia que la liturgia es un encuentro con Cristo. En los sacramentos, Cristo se hace presente. Por ello para los cristianos hay una necesidad de participar en los divinos misterios. Un cristianismo sin liturgia –continúa el papa– es un cristianismo sin Cristo, sin el Cristo total.
2) Para pensar
Poco después de ser inventado el teléfono, se mostró en la Exposición Universal celebrada en Filadelfia con motivo del centenario de la Independencia de los Estados Unidos, en 1876. Se encontraba de invitado el emperador del Brasil, Pedro II. Graham Bell presentó su teléfono y se lo ofreció al emperador poniéndoselo en la mano. El emperador lo examinó atentamente, y cuando comprobó que salían voces de él, lo soltó alarmado y exclamó desconcertado: “¡Pero esto habla!”.
Ahora con la situación de confinamiento, muchos se han unido a celebraciones en línea. La distancia no impide nos unamos a la oración de Cristo, que es el Protagonista de la liturgia. Pensemos si tenemos la conciencia de unirnos al Señor cuando oramos.
3) Para vivir
No ha faltado la tentación de practicar un cristianismo que no reconoce la importancia de los ritos litúrgicos. Se piensa erróneamente que no hace falta asistir a la Santa Misa o ir a ceremonias litúrgicas exteriores, que basta con la relación que cada uno tenga con Dios. Se olvida que es por Jesucristo que el hombre puede acceder a Dios. El peligro está en querer “moldear” a Dios según nuestras ideas, quedándose en un sentimiento o idea. Pero Jesús es una Persona viviente y Él mismo creó la nueva liturgia. Jesucristo mismo instituyó los sacramentos para unirse amorosamente con nosotros en la liturgia. Aunque se celebre en una prisión, o en un escondite durante los tiempos de persecución, Cristo se hace realmente presente y se dona a sus fieles.
Por tanto, dice el papa Francisco, no existe espiritualidad cristiana que no tenga sus raíces en la celebración de los santos misterios. Toda oración cristiana presupone la liturgia, es decir, la mediación sacramental de Jesucristo. Por ejemplo, en un Bautismo, Cristo es quien bautiza, es el centro y protagonista de la liturgia. Dice el papa que alguien podría pensar que sólo es una forma de hablar. Y responde: “Pero no, no es una forma de hablar. Cristo está presente y en la liturgia tú rezas con Cristo que está junto a ti”. Cuando vayamos a Misa, tengamos la conciencia de la presencia y acción de Jesús: “voy a rezar en comunidad, voy a rezar con Cristo”.
Te puede interesar: ¿Quién y cómo debe amonestar al presidente?
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de voxfides.com