Como mexicanos hemos sido bendecidos con la visita del Santo Padre Francisco, pero el mundo ha sido bendecido por el Año Jubilar de la Misericordia.
La misericordia es la oportunidad que Dios nos da de tener un firme propósito de enmienda, es decir, no volver a pecar, quitando de nuestra vida, sobre todo, aquellos pecados con los que ofendemos a Dios frecuentemente. Esto se logra con la oración y la recepción de los sacramentos.
La misericordia divina a la que nos invita el Papa Francisco no es un juego de “cometo pecado – me confieso y vuelvo a pecar, al cabo Dios nunca se cansa y siempre nos perdona”.
Al contrario, es una oportunidad de arrepentirnos y luchar por no caer, y cuando caigamos, dada nuestra fragilidad humana, volvamos a levantarnos.
El Papa ha dicho que Cristo crucificado es la fragilidad misma y que como tal, es Él quien nos da la fortaleza. Por esto hay que tomar nuestra cruz con amor y ver a Dios como la fuente de la vida.
El antagonismo del amor es el egoísmo, con el cual se ha atacado y se pretende seguir atacando a la vida desde su inicio en el instante mismo de la concepción, cuando se unen el espermatozoide con el óvulo.
La desinformación o imprudencia –no sé cómo llamarle– de un comentarista televisivo el día 17 de febrero, dijo que en este Año de la Misericordia el aborto no es un pecado grave, puesto que puede ser perdonado, pero que a partir del próximo mes de noviembre, mes en que concluye este año de gracia, este crimen a los no nacidos volverá a ser un pecado terrible.
Anteriormente a la iniciativa del Sumo Pontífice, el perdón de quienes abortaban estaba reservado para los obispos o a quien él nombrara como penitenciario. Durante el Año de la Misericordia autorizó que todo sacerdote, viendo que el penitente o quien participó en el aborto esté arrepentido sinceramente, acuda a confesarse con un corazón arrepentido, puede ser absuelto, pero el aborto continúa siendo un crimen terrible.
No nos dejemos desorientar por comentarios superficiales sin fundamento o malintencionados, ya que el egoísmo nunca predominará sobre el amor, puesto que como dice la Sagrada Escritura: “Las puertas del infierno no prevalecerán” contra la Iglesia de Cristo.
@voxfides
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