¿Los problemas nos agobian? / La victoria sobre la muerte

1) Para saber

“Jesús, el crucificado, «no está aquí, ¡ha resucitado!»” (Mt 28,6): éste es el anuncio gozoso de la Pascua, dice el Papa Francisco, que nos ofrece la seguridad de que la muerte ha sido vencida y ha quedado derrotado el luto, el pecado, el llanto y la angustia.

Ante el vacío que el pecado provoca en nuestros corazones, sólo Dios puede llenarlo con su amor y lograr que no nos hundamos ante nuestros problemas.

El Papa Francisco nos recuerda que el Señor, que sufrió el abandono de sus discípulos, el peso de una condena injusta y la vergüenza de una muerte infame, nos hace ahora partícipes de su vida inmortal, y nos concede a todos su mirada de ternura y compasión, especialmente a los más necesitados. Cristo es la Puerta de la salvación, abierta de par en par para que cada uno pueda encontrar misericordia.

2) Para pensar

Un acontecimiento importante para la ciudad de Río de Janeiro fue cuando se consagró la gigantesca estatua de Cristo, la famosa imagen que se levanta sobre la cumbre de un monte de novecientos metros de altura, el «Corcovado». Fue el 12 de octubre de 1931.

Una ingente muchedumbre se apretujaba en torno a la estatua. En un momento dado, Marconi, el inventor, accionó una llave eléctrica en Roma, a ocho mil kilómetros de distancia, y en ese instante la estatua comenzó a brillar con la fuerza de un potente reflector. Cristo, con los brazos extendidos, resplandecía en medio de la noche oscura, ante la exclamación de la asombrada multitud que contemplaba por primera vez a Cristo resplandecer.

Así como desde esa cima Cristo inundó de luz a su alrededor, su Resurrección ilumina con su luz, no sólo toda la tierra, sino también a todos y cada uno de los corazones de los hombres de toda la historia. San Juan lo anuncia: “Era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1,9).

Pensemos si nos dejamos iluminar con la luz y el gozo de Cristo resucitado o preferimos nuestras tinieblas.

3) Para vivir

Siempre hay problemas y seguirá habiéndolos, dice el Papa Francisco, pero no pueden ser el centro de nuestra vida. Hay que iluminar esos problemas con la luz del Resucitado que reconforta, perdona, sosiega. No permitamos que la oscuridad y los miedos se apoderen del corazón, sino escuchemos las palabras del Ángel: “El Señor «¡Ha resucitado!»”

La Resurrección es la fiesta de nuestra esperanza porque tenemos la certeza de que Jesús vive y siempre está a nuestro lado, nos ama, nos perdona y nunca nos defraudará. Por ello, es nuestra mayor alegría. No es que el Espíritu Santo elimine nuestros problemas con una varita mágica, sino que nos infunde la auténtica fuerza para afrontarlos.

La fiesta de la Resurrección nos invita a llevar a los demás el anuncio de la Buena Nueva con nuestra vida mediante el amor: a resucitar la esperanza en los corazones abrumados por la tristeza, a llevar la luz a quien está en tinieblas.

El Papa recordó las palabras de un escritor, Melitón de Sardes, que resumen el sentido de la Resurrección de Cristo:

«Nos sacó de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la alegría, del luto a la celebración, de la oscuridad a la luz, de la servidumbre a la redención. Por eso decimos ante él: ¡Aleluya!»

 

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