Como en las crónicas de los mártires de los primeros tiempos, un grupo de cristianos fue privado de la vida cruelmente por el simple hecho de seguir a Jesús de Nazaret. En esta ocasión, el circo romano fue un video tomado desde las playas de Libia y los leones-verdugos unos milicianos del autoproclamado Estado Islámico, que pretende establecer un Califato en Medio Oriente.
Los tiranos siempre han carecido de imaginación por más que refinen sus métodos. Los hechos me provocan cuatro reflexiones que deseo compartir, pues cuarenta es el tiempo de la esperanza.
1.- El golpe del Estado Islámico ha sido eficaz. Hasta el momento tenía bajo su control algunas zonas de Irak y Siria. Ahora se ha hecho presente en Libia, donde el fundamentalismo se abre paso desde hace tiempo. Los mártires son coptos, con mucho la principal Iglesia Católica en Medio Oriente, es decir, de tradición apostólica, con sede en Egipto. Son la presencia efectiva del Patriarcado de Alejandría, uno de los grandes pilares del cristianismo desde los primeros siglos, la Iglesia fundada por san Marcos. Han lanzado un triple y contundente mensaje.
Primero. Su expansión no se da solamente por conquista territorial, también por implantación en lugares sensibles a su idea del mundo y modos de acción. Se mueven con agilidad y surgen donde no se les espera.
Segundo. Los coptos son los cristianos más incómodos y difíciles de asimilar para los terroristas. Su presencia e influencia en Egipto es la demostración más palpable de que la convivencia plural sí es posible en sociedades de mayoría musulmana y que los cristianos son una presencia positiva capaz de aportar a la cultura. Los cristianos no son advenedizos en el mundo árabe, sino parte sustantiva de su realidad. No son un pequeño grupo, aislado y asustado, sino una Iglesia viva y vibrante. Su exterminio es, para el Estado Islámico, un imperativo.
Tercero. Recientemente, en Egipto fue derrotada una forma fundamentalista del islam que pretendió hacerse del poder después de la llamada “primavera árabe”. Todo indica que estamos también ante una clara amenaza contra los musulmanes que no estén dispuestos a compartir la alfombra de las oraciones de estos idólatras del poder. Primero los cristianos, después los demás.
2.- La inmediata respuesta militar y política del Estado Egipcio contra los terroristas es muy significativa y tiene dos vertientes. Por un lado, los veintiún hombres cruelmente asesinados son cristianos y también son mártires de la nación egipcia, según palabras de las autoridades políticas de aquel país y quienes profesan la religión musulmana. Por otro lado, han llamado la atención sobre la irresponsabilidad del liderazgo occidental que se muestra indeciso para enfrentar una amenaza que los involucra directamente. Al final del fatídico video, me cuentan las crónicas de quienes han tenido el estómago de verlo, se observa una mancha de sangre que pinta el Mediterráneo y se extiende hasta las costas de Europa. La llamada de los egipcios se suma a las previas hechas por jordanos, así como a las realizadas por el Papa Francisco y los líderes cristianos de la región.
3.- Los intelectuales, políticos y medios occidentales ya no pueden ignorar o minimizar lo que sucede, como hasta ahora lo han pretendido. Existe un movimiento terrorista internacional, fanático, poderoso y eficaz, con pretensiones hegemónicas y territoriales, que lleva a cabo un sistemático exterminio en contra de los cristianos, pero que ni cercanamente se detendrá con la inmolación de estos corderos en el altar de su poderío.
La inducida ignorancia occidental tiene muchas aristas, pero la principal es su incapacidad para comprender que las religiones son expresiones culturales legítimas que merecen un lugar digno en cualquier sociedad. Para ellos, alzar la voz en su defensa es tanto como traicionar su visión del mundo, máxime si se trata de cristianos. La autocrítica a su chata idea de las religiones, principalmente a su cristianofobia, debe ceder hasta comprender que la libertad religiosa no es un asunto de dádivas momentáneas, para minorías premodernas en el paraíso de la posmodernidad, sino la condición necesaria e indispensable de convivencia en sociedades plurales y democráticas. Mejor aún, condición esencial para la estabilidad internacional. Sin esta autocrítica su acción seguirá siendo equívoca, como lo ha sido desde hace mucho tiempo.
4.- La sangre de estos veintiún mártires nos llama a todos los bautizados, de cualquier Iglesia, sin excepción. Benedicto XVI recordó a los cristianos alemanes y europeos cómo el más auténtico ecumenismo había nacido de las persecuciones sufridas bajo el fanatismo nacionalista del siglo XX, ya fuera de cuño liberal, comunista, nazi o fascista. En nuestros días, el Papa Francisco nos ha recordado a los seguidores del Nazareno la urgencia de acudir en auxilio de los cristianos del Medio Oriente quienes son, por sobradas razones, nuestros primeros hermanos.
Dejo al lector con las palabras de Francisco dichas en su reciente encuentro con los representantes de la Iglesia reformada de Escocia: “Recordando a estos hermanos que han muerto por el sólo hecho de dar testimonio de Cristo, pido que nos animemos unos a otros a seguir adelante con este ecumenismo que nos está animando, el ecumenismo de la sangre. Los mártires son de todos los cristianos”.
Sin temor a equivocarme, agrego a sus palabras que, su martirio llama a la conciencia de cualquier hombre y mujer de buena voluntad, en cualquier parte del mundo. En la esperanza permanecemos.
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