Un personaje poco conocido en la historia del origen de nuestra Nación es el P. Juan Díaz quien, como se verá pudo ser el evangelizador más importante en los primeros años de la conquista.
Nacido en Sevilla en 1480 y muerto en Puebla en 1549. Estuvo en la segunda expedición de Juan De Grijalva a Yucatán y ofició el 7 de mayo de 1518 en Cozumel, la que se considera la primera misa celebrada en el territorio de lo que será la Nueva España. Posteriormente fue capellán junto con el mercedario Bartolomé de Olmedo de las tropas de Hernán Cortés en la conquista de Tenochtitlán. Ambos clérigos al ser destruidos los ídolos del templo mayor de Tenochtitlán colocaron en su lugar una cruz y la imagen de la Virgen, celebrando la Santa Misa en el lugar.
Al testimoniarse en los Concilios Provinciales que los clérigos ordinarios fueron los primeros misioneros, antes que los frailes religiosos, se narra que de los cinco sacerdotes y un religioso que trajo Cortés, el principal de ellos y su confesor era el padre Juan Díaz que aprendió la lengua de los naturales y bautizó y catequizó a muchos indígenas como un verdadero apóstol. En estos textos de los Concilios se cita que de la labor de destrucción de ídolos que hizo en el pueblo de Quechula (Quecholac, Puebla) los naturales agraviados, lo mataron a golpes, comiéndose sus manos y pies, destrozando su cuerpo que se enterró en el jacal de paja que servía de ermita.
Enterado Cortés de este crimen mandó a Pedro de Villanueva a capturar y quemar a los responsables de este asesinato en la plaza del pueblo.
La Crónica de la Orden de la Merced por su parte, da primacía a Bartolomé de Olmedo religioso mercedario sobre el padre Juan Díaz.
Existe en la parroquia de Santa Magdalena de la ciudad de Quecholac en el estado de Puebla un retrato del venerable siervo de Dios, Juan Díaz del siglo XVIII, con la siguiente inscripción:
“El Venerable Siervo de Dios Juan Díaz: Primer Cura de Quecholac, primer Pastor de la Señoría de Tlaxcala,y el Primer Apóstol del Imperio Mexicano: confesor de Hernán Cortés, Capellán de su Armada y uno de los cinco primeros Clérigos seculares que trajo consigo a la Nueva España: Promulgó el Evangelio seis años antes de la venida de los Religiosos, persiguió los ídolos y fue el que más supo de las Lenguas nacionales: celebró la primera Misa en estas partes, la primera Procesión y Primeros Sacramentos, bautizando con otros dos del Clero un millón y cien mil almas: Primer Mártir español de la Iglesia india: Murió a cantonazos y le comieron los pies y las manos en el citado Pueblo de Quecholac del Obispado de los Ángeles, en cuya Catedral y Capilla de la Antigua está su cuerpo y su Crucifijo llamado el Conquistador en la del Sto. Sepulcro de la misma Ciudad”.
Están por dicho Primado del Clero el franciscano Torquemada, el agustino Grijalva y el Ilmo. Padilla dominicano.
Como se ve, el texto de esta pintura afirma la primacía del clérigo Juan Díaz sobre los religiosos.
En esta pintura como se observa está el clérigo con un Cristo en su mano, con estola y predicando a unos indios con sus atuendos de plumas que lo escuchan con gran atención y llevan sus manos al corazón conmovidos por sus enseñanzas. Se muestran también unos ídolos destruidos sobre una tela roja a sus pies. Nótese que el crucifijo tiene una flecha enterrada que se dice era dirigida a Hernán Cortés y milagrosamente fue interceptada por la escultura.
Se habla de otra pintura similar existente en la parroquia de la Inmaculada Concepción de Atlihuetzía, que está muy repintada y que muestra una firma de Muñoz.
Se hace notar en el texto citado que, el exaltar la figura de un padre del clero secular y el darle la primacía de la evangelización de estas tierras, ayudaba a implantar las reformas borbónicas contra las órdenes religiosas del siglo XVIII.
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