Cuando me nazca

¿Rezar cuando me “nazca”? El Modelo de toda familia

1) Para saber

Cuenta Martín Descalzo, periodista y escritor español del siglo XX, que una profesora les pidió a los niños que escribieran qué animal o cosa les gustaría ser. Hubo respuestas muy variadas. Una peculiar, fue la de un niño que respondió que le gustaría ser un televisor. Y explicaba: así mis padres y hermanos me mirarían y cuidarían más, me escucharían con mayor atención e incluso callarían a los demás cuando estuviera yo hablando.

No le faltaba razón al niño, si no era atendido en su hogar. Pues una familia ha de ser un lugar donde las diferentes personas que la componen vivan unidas en el amor. San Juan Pablo II describía a la Santísima Trinidad como una comunidad de Personas unidas en el amor. Con motivo de la Solemnidad de la Santísima Trinidad, el papa Francisco recordó las palabras de Jesús sobre el Espíritu Santo, quien «no hablará de sí mismo, sino que recibirá de lo mío y os lo comunicará a vosotros». Y más adelante, respecto al Padre, dice Jesús: «Todo lo que tiene el Padre es mío» (Jn 16,14-15).

Jesús nos revela las otras dos Personas: el Padre y el Espíritu Santo. El Padre le da al Hijo todo lo que posee, se dona enteramente al Hijo. El Hijo se dona en la Cruz y en la Eucaristía, y el Espíritu Santo es enviado para nosotros, es el Don de Dios. La perfección de Dios la podemos contemplar en su Amor al donarse, perfección a la cual está llamado todo hombre.

2) Para pensar

El escritor inglés, C.S. Lewis, escribió un libro divertido y profundo titulado “Cartas del diablo a su sobrino”. Nos presenta los consejos que un diablo viejo le va enseñando a su joven y novato sobrino. Entre otros, le dice que les haga creer a los hombres que rezar las oraciones de la infancia es cosa de niños, que ahora como adultos y maduros no las recen, pues parecen loros, sino que ahora como adultos sólo recen y acudan a Misa cuando lo “sientan”, “cuando les nazca”, de forma espontánea.

Pero se cae en un círculo vicioso: mientras menos se reza, menos “ganas” les dan y rezan menos. Y al rezar menos vuelven a disminuirse las “ganas”, y así no salen nunca, lográndose el objetivo del demonio: alejarnos de Dios. Pensemos si solemos caer en esa trampa diabólica.

3) Para vivir

Es frecuente que al hablar, hablamos de nosotros: “Yo he hecho esto, y eso…”, “yo tenía este problema…”. ¡Qué diferencia respecto al Espíritu Santo, que habla anunciando a los otros, al Padre, al Hijo! Ha de estimularnos, dice el Papa Francisco, a vivir con los demás y para los demás. Nos invita a preguntarnos si reflejamos el Dios en el que creemos, si creemos que para vivir necesitamos a los demás y entregarnos a ellos.

La Trinidad nos enseña que no se puede estar nunca sin los otros, porque no somos islas, estamos en el mundo para vivir a imagen de Dios: necesitados de los demás y necesitados de ayudar a los demás. La señal de la cruz que hago cada día —Padre e Hijo y Espíritu Santo— ¿se queda en un mero gesto ocioso o inspira mi manera de hablar, conocer, responder, juzgar, perdonar? Concluyó el Papa Francisco acudiendo a la Virgen María, hija del Padre, madre del Hijo y esposa del Espíritu, para que nos ayude a acoger y testimoniar en la vida el misterio de la Santísima Trinidad, de Dios-Amor que se dona.

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