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Saber discernir lo bueno de lo malo


Es muy bueno que nuestros hijos sepan ser objetivos y esto lo logramos platicando con ellos para que puedan distinguir entre los hechos concretos y sus propias apreciaciones y sentimientos.

En este tiempo que nos ha tocado vivir, la sociedad está muy de cabeza y para nuestros hijos es más difícil poder distinguir lo que está bien de lo que está mal.

Las modas y las costumbres que el mundo les presentan son más fáciles de seguir y a veces los deslumbra, pero esto no es garantía de que sea lo mejor para ellos.

Por eso aquí te dejo 5 tips para educar a nuestros hijos y sepan discernir entre lo bueno y lo malo.

Primero. Explícales en qué radica qué algo sea bueno o malo.

Es importante que nuestros hijos desde pequeños tengan claro esto, para que puedan, por ellos mismos, optar por el bien.

Nosotros como papás debemos explicarles que el bien o el mal radica en que se haga la Voluntad de Dios o no.

Para aprender a ver cuál es la voluntad de Dios es necesario hacer oración y ver las reglas que Dios nos ha dejado para llevar una vida conforme a su Voluntad.

El mejor instrumento para saber la diferencia entre lo bueno y lo malo es el mandamiento del Amor.

Si nuestros hijos aprenden a discernir si sus acciones o lo que la sociedad les propone les ayudan a cumplir la voluntad de Dios o les acercan al cielo, entonces es bueno; pero si no, deben tener claro que es malo, aunque la sociedad diga lo contrario.

Es importante que desde pequeños los eduquemos en este estilo de vida.

Segundo. Que aprendan a ver las cosas objetivamente.

Es muy bueno que nuestros hijos sepan ser objetivos y esto lo logramos platicando con ellos para que puedan distinguir entre los hechos concretos y sus propias apreciaciones y sentimientos.

Para esto podemos pedirles que respondan las cinco preguntas básicas: ¿qué? ¿cuándo? ¿quién? ¿cómo? Y ¿para qué?

Cuando son pequeños es bueno que lo hagan por medio de dibujos y cuando son más grandes, podemos hacerlo con ellos para que poco a poco lo puedan hacer por sí mismos.

También lo pueden aprender de nuestro ejemplo. Y es la mejor forma de aprender.

Tercero. Que hagan ejercicios de discernimiento con lo cotidiano.

Para aprender a discernir es necesario discernir poco a poco y con lo cotidiano.

Es bueno entonces que les ayudemos a ver si sus actos son buenos o malos.

De tal forma que ellos mismos saquen la conclusión de si actuaron bien o mal.

Así aprenderán a autoregularse y a discernir correctamente.

Cuarto. Que saquen algo bueno de todo.

Siempre se aprende de los errores, por esto es muy bueno que nuestros hijos puedan comprender si actuaron bien o mal.

Al tener claro esto, pueden aprender de todo lo que sucede. De lo bueno, para reafirmarlo y de lo malo para corregirlo.

Cuando caen en la cuenta de que algo es malo, entonces es el momento de decidir no hacerlo o no tomarlo, por propia decisión y no por imposición nuestra.

Quinto. Mientras aprenden, es bueno guiar su discernimiento.

Nuestros hijos no nacen sabiendo distinguir entre lo bueno y lo malo. Es por esto que debemos educarlos y enseñarles desde pequeños estos conceptos.

Al principio podemos irles llevando de la mano en este proceso y poco a poco irlos dejando que lo hagan ellos, aunque estemos detrás para corregir y orientar.

Así poco a poco, conforme a su maduración, ellos mismos podrán llegar al discernimiento adecuado y podrán tomar las desiciones correctas.

Si logramos educarlos así, los estamos armando para el resto de su vida, con las armas necesarias para escoger por voluntad propia el camino de su vida.

 

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