1) Para saber
Para que la vida familiar crezca en armonía y unidad, dice el Papa Francisco, hay que vivir tres palabras clave: “respeto”, “gracias” y “perdón”. Ya hemos considerado las dos primeras, ahora nos detendremos en el “perdón”, que es muy necesaria.
Tal vez es la más difícil porque implica reconocer que uno mismo ha fallado y darle la razón a la otra persona. Y la soberbia y el orgullo son dos enemigos poderosos muy difíciles de vencer.
Comenta el Papa que si falta el perdón, se abren pequeñas grietas que se van ensanchando hasta transformarse en fosos profundos. Por algo en la oración enseñada por Jesús, el “Padre Nuestro”, encontramos la expresión que nos compromete: “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
2) Para pensar
Se cuenta que en cierta ocasión, el Demonio le reclamó a Dios que le hubiera condenado por un solo pecado, mientras que a los hombres, que pecan mucho, los perdona muchas veces.
Entonces, Dios le razonó:
–Es cierto, pero es que los hombres hacen algo que tú nunca has hecho.
El Demonio intrigado le preguntó:
–¿y qué es eso que los hombres hacen y yo nunca?
Dios concluyó:
–Me piden perdón.
La soberbia y el orgullo del Demonio le impiden pedir perdón. Por ello, nos parecemos al Demonio cuando no queremos perdonar dejándonos llevar por el orgullo. En cambio, Dios siempre perdona.
El Papa Francisco da un consejo para la vida matrimonial: “Aunque se pelea muchas veces, y a veces… ¡vuelan los platos! Sin embargo, nunca terminen la jornada sin hacer las paces. Escuchen bien: ¿han peleado marido y mujer? ¿Hijos con padres? ¿Han peleado fuerte? Eso no está bien. Pero el problema es que este sentimiento siga al día siguiente. Por esto, si han peleado, nunca terminen la jornada sin hacer las paces en familia. ¿Y cómo debo hacer las paces? ¿Ponerme de rodillas? ¡No! Solamente un pequeño gesto, una caricia, una cosita así. ¡Y la armonía familiar vuelve! ¡A veces no son necesarias las palabras! Pero nunca terminar la jornada en familia sin hacer las paces. ¿Entendido? ¡No es fácil! Pero se debe hacer. Y con esto la vida será más bella”.
3) Para vivir
Cuando una persona es culpable de algo que hizo, ¿es digna de ser perdonada?
El Papa dice que si la persona reconoce su falta y está deseosa de restituir aquello que dañó, sea respeto, sinceridad o amor, se hace digna del perdón: “Y así se detiene la infección. Si no somos capaces de disculparnos, quiere decir que ni siquiera somos capaces de perdonar. En la casa donde no se pide perdón comienza a faltar el aire, las aguas se vuelven estancadas. Tantas heridas de los afectos, tantas laceraciones en las familias comienzan con la perdida de esta palabra preciosa: discúlpame”.
Nuestra educación quizá descuida demasiado las tres palabras clave de la familia: “permiso, gracias, perdón”. Que El Señor nos ayude a volver a ponerlas en el justo lugar, en nuestro corazón, en nuestra casa, y también en nuestra convivencia civil. Pidámosle nos ayude a practicarlas y, así, la familia irá bien.
@voxfides
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