Bienvenidos todos ustedes a su columna semanal: Una Mirada en la Historia.
Estamos ya iniciando este mes de septiembre y alegóricamente se ha dicho que es el “mes de la Patria”, aunque yo, en lo particular, como clérigo y como aprendiz de historiador, pienso que la patria tiene que vivirse siempre en el corazón, en la mente y en las acciones.
Pero en este tiempo que nos toca vivir el “mes de la Patria” cada uno tiene que esforzarse, precisamente, en redescubrir; y aquí parafraseo al gran maestro en la historia, Enrique Flores Cano, en su libro –que ustedes pueden encontrar en la editorial Cal y Arena– que se llama: “El Nuevo Pasado Mexicano”; lo parafraseo porque, lamentablemente como dice Juan Antonio Crespo, también otro escritor, él afirma que de las independencias y revoluciones, la que más tiene contradicciones y mentiras es, junto a la Revolución Mexicana –que de ahí hablaré en noviembre–, es precisamente entender un tanto el sentido de la Independencia de México.
¿Qué significa, en lo personal, ser patriota? Significa, primero, conocer nuestra historia, pero no la historia como lo comentaba en columnas pasadas, la Historia de los Vencedores, como decía el maestro Miguel León Portilla, sino también conocer, como decía Edmundo O’Gorman, la Historia de los Vencidos.
Verdaderamente, ¿por qué México es uno de los pocos países que celebra el inicio, si en la mayoría de los países se celebra la consumación? Si es “mes de la Patria”, entonces tendríamos que celebrar no el 15 de septiembre por la noche, o más bien el 16 de septiembre, sino más bien el 27 de septiembre de 1821, porque el verdadero autor de la conclusión de la Independencia, es precisamente Don Agustín de Iturbide.
Ciertamente, se nos dice que el Padre de la Patria es Hidalgo, pero pienso yo que, moralmente, éticamente, ideológicamente, el verdadero Padre de la Patria no sería Hidalgo, porque Hidalgo, primero, no le dio ejército a Allende; segundo, cuando estaba a punto de llegar a México, no la quiso atacar, sino que se fue a Guadalajara y aceptó el título de “Generalísimo”. En cambio, José María Morelos y Pavón fue un gran estratega, un hombre que no mató indiscriminadamente a españoles, un hombre noble que supo perdonar a sus enemigos, un hombre que supo aceptar no el título de Generalísimo como le daban, sino el título de “Siervo de la Nación”.
Yo sí les invitaría a que redescubramos ese nuevo pasado mexicano; tal vez, yo les recomendaría leer “Historia de la Nación Mexicana”, de Mariano Cuevas, o “México, Tierra de Volcanes”, de Joseph Schlarman.
Ciertamente, seamos patriotas, pero no con tequila ni con trajes de charro, sino verdaderamente conociendo nuestra patria, conociendo nuestra cultura, amando nuestra cultura; y eso sí, en el tiempo que nos toca vivir, uniendo convenientemente entre lo que decimos y hacemos, y haciendo lo posible por crear un México mejor.
@voxfides
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