El 15 Agosto cada año celebramos la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María. Fue el Papa Pío XII quien en noviembre de 1950 con su documento “Munificentissimus Deus” pidió que como dogma de fe se celebrara esta solemnidad, afirmando que después de su vida terrena María Santísima fue llevada al Cielo en cuerpo y alma.
Pero uno podría preguntarse cuál podría ser el origen de esta solemnidad, porque los Evangelios canónicos no reportan nada de la muerte de María Santísima, solamente varios evangelios apócrifos. Puedo pensar en el pseudo Melitón y varios asuncionistas, quienes manejan en el siglo III, IV y V que la Santísima Virgen María después de su vida terrena y reuniendo a sus amigos los apóstoles fue elevada en cuerpo y alma.
En los documentos de la Iglesia, de la Tradición, no se habla de muerte, se emplean dos palabras tanto en la Iglesia de Oriente como en la Iglesia de Occidente, se habla del tránsito de María y se habla de la dormición de María. Pero ¿Cuál podría ser la interpretación teológica?
En 1858 su Santidad el Papa Pío Nono proclamó también como dogma, la Inmaculada Concepción. ¿Qué significa el dogma de la Inmaculada Concepción? que María santísima fue preservada del pecado original, no por méritos propios, sino porque en su santísimo seno iba a acontener al mismo dador del mundo. Es por eso que en María se adelanta la acción de la pasión, muerte y redención de su Hijo, por el hecho de que iba a tener en su seno al mismo dador de la vida.
Claro, hubo algunos teólogos que discreparon. Puedo pensar en San Bernardo de Claraval, que decía: “no lo reporta la tradición y es contrario a la razón”. Pero, ¿quién salva este problema teológico? Un teólogo que se llamaba Duns Escoto, y lo salva con estas palabras en latín: “Potuit, decuit, ergo fecit”. Pudo hacerlo Dios, claro que lo pudo porque Dios es todo poderoso, luego digo hágase y así se hizo.
Cuando la Iglesia contempla cómo María Santísima es asunta al Cielo, uno puede contemplar su propia victoria, porque los cristianos sabemos que después de la muerte, al igual que Nuestra Madre María Santísima, todos contemplaremos a Cristo y seremos semejantes Él. De ahí el sentido de la Tradición que se tiene en las iglesias de poner a María Santísima en un catafalco acostada en las vísperas el 14 de agosto y abajo unas manzanas. Aunque el Génesis no dice cuál fue el fruto que tomo Adán y Eva, o más bien, Eva primero y después lo compartió a Adán, se considera por Tradición que fue una manzana. ¿Por qué se ponen abajo las manzanas? Porque se entiende que María esta por encima de la acción del pecado original, porque Ella nació sin pecado original; y si fruto del pecado es la muerte, por lógica María no tuvo que padecer la muerte. Claro, algunos dicen: si Jesús sufrió su muerte, ¿por qué María no? Porque era la Madre de Dios, tal como la proclamó el Concilio de Éfeso en el año 431. Y María, el otro dogma que tiene la Iglesia, Siempre Virgen, porque María tuvo a su Hijo y permaneció Virgen antes del parto, en el parto y después del parto.
Que esta Solemnidad nos ayude a reflexionar sobre la vida más allá de la muerte.
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