En términos de derecho hay una máxima que dice que “toda persona es inocente hasta que no se demuestre su culpabilidad”. La máxima, sin embargo, parece no aplicar cuando se refiere a un tipo de personas muy concretas: los sacerdotes.
Muy pronto el tribunal de los medios de comunicación pasó de Australia a Francia. No era para menos: si en Australia el foco de atención eran las acusaciones contra el antiguo arzobispo de Sydney (hoy prefecto de economía en el Vaticano), en Francia lo era el arzobispo de Lyon -y también cardenal- Philippe Barbarin.
El caso es como sigue: un grupo de presuntas víctimas de abusos acusa al cardenal Barbarin de haber encubierto a Bernard Preynat, un sacerdote que habría abusado de ellos entre 1990 y 1993. Mediante una carta publicada en el La Parole Libérée tres presuntas víctimas (François Devaux, Bertrand Virieux e Alexandre Hezez) piden al Papa Francisco que las reciba en el Vaticano y, en particular una, pone una denuncia ante la policía contra el arzobispo de Lyon aduciendo “Puesta en peligro de la vida de otros y provocación al suicidio”. Como informa un comunicado del arzobispado de Lyon, ya en 2009 una de estas personas puso una denuncia que la justicia francesa archivó.
“Es con dolor que el cardenal Barbarin se ve acusado hoy de modo injustificado, tan evidente como que en ningún caso él ha puesto en peligro la vida de otros ni animado a alguno a suicidarse. El cardenal pide solemnemente que se deje a la justicia indagar con serenidad. El interés de aquellos que han presentado denuncias como el de las personas denunciadas es que la justicia establezca la verdad”, dice el comunicado.
Alguien que no se ha mostrado precisamente sereno es el primer ministro francés –y anticlerical declarado– Manuel Valls. En declaraciones a Radio RMC ha dicho que “El Cardenal Barbarin debe asumir sus propias responsabilidades”. Y añadió: “Un hombre de Iglesia, cardenal, primado de Francia, que tiene una influencia moral, intelectual, que ejercita una responsabilidad mayor sobre nuestra sociedad debe entender el dolor”.
Muy pronto llegó la réplica del arzobispo de Francia. Lo hizo en rueda de prensa desde Lourdes, ciudad en donde los obispos franceses se encontraban en su habitual asamblea plenaria: “Valls me pide asumir mis responsabilidades. Tiene razón y es lo que hago”. A su vez el cardenal Barbarin subrayó que el primer ministro “conoce mejor que yo las leyes de la República y por eso hay que respetar la presunción de inocencia”. Al lado del cardenal Barbarin se encontraba el arzobispo de Marsella y presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, George Pontier, quien añadió un “admiro el laicismo de nuestro país”. También ha sido contundente el cardenal Barbarin y ha referido que “Jamás he encubierto el menor acto de pedofilia”.
Carta publicada por presuntas víctimas en medio de comunicación pidiendo audiencia privada al Papa
Sobre la carta publicada en la prensa y la petición de audiencia por parte de las víctimas ha declarado la mañana del 15 de marzo el portavoz oficial del Vaticano:
“La carta publicada por la Asociación “La parole liberée” repropone el caso específico de un hecho de pedofilia acontecida en Francia hace tiempo. Es claro que todo abuso en relación con menores es un grave crimen y sus consecuencias para las víctimas no pueden ser minusvaloradas en su profundidad y duración. Sobre esto desde diversos años la Iglesia, en Francia y a nivel universal, ha desarrollado un necesario e innegable trabajo de conciencia y responsabilidad siempre mayor, que va continuamente renovado.
Sobre los hechos en cuestión se ha abierto un proceso de investigación por parte de las autoridades francesas, de lo cual es oportuno esperar los resultados.
Cualesquiera que sean, es sin embargo lícito manifestar respeto y estima por el cardenal Barbarin y por su sentido de responsabilidad: esto no puede ser considerado ofensivo en relación a ninguno.
De la carta publicada resulta, por otra parte que los autores de la carta misma desean ser recibidos en audiencia privada por el Santo Padre. Permítaseme observar que de suyo una audiencia privada con el Papa no viene solicitada por medio de una publicación obviamente encaminada a ejercitar una fuerte presión mediática. Los no pocos encuentros de los papas con víctimas de abusos se han tenido hasta ahora en contextos en los que se ha garantizado atentamente el necesario clima de escucha y diálogo espiritual para puedan dar sus propios frutos” (la traducción del original en italiano es del blog Actualidad y Análisis).
En febrero de 2013 un grupo de gamberras del grupo feminista FEMEN entró en la catedral católica de Notre Dame, en París, se desnudaron, vociferaron consignas contra el Papa y la Iglesia y golpearon una campana que se encontraba dentro del recinto. La seguridad del lugar hizo su trabajo: capturó a las disolutas y las consignó a la policía. ¿Qué pasó después? El Tribunal Correccional de París se limitó a realizar un juicio sólo por daños a la campana. Dicen que no se haya ninguna culpa en las gamberras. La Procuraduría de París apeló y pidió se les exigiera una indemnización. El desenlace es poco menos que de risa… y asombro: el Tribunal de Apelaciones dio sentencia el 29 de octubre de 2015… ¡a favor de las gamberras! Motivo por el cual se ha impuesto una multa de entre 300 y 1,000 euros a los guardias de seguridad. ¿Razón? Uso de fuerza “excesiva” para desalojar a las gamberras del recinto sagrado que ellas por voluntad propia profanaron.
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La máxima de la presunción de inocencia llega a estos niveles de absolución en Francia (y no sólo). Menos cuando se trata de eclesiásticos a los que el tribunal de los medios sabe declarar culpables antes de que inicien sus juicios.
@voxfides
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