Tres actitudes para el Adviento / Orar con generosidad

1) Para saber

Comenzó el Tiempo de Adviento. Y podemos preguntarnos qué debemos hacer para no desaprovechar este tiempo y vivirlo adecuadamente. El Papa Francisco nos propone tres actitudes para vivirlo: “Es un tiempo para caminar e ir al encuentro del Señor, es decir, un tiempo para no estar parado. Pero, ¿cuáles son las actitudes que debo tener para encontrar al Señor? ¿Cómo debo preparar mi corazón para encontrar al Señor?”

Esas actitudes, tomadas de la liturgia, son: “Vigilantes en la oración, trabajadores en la caridad y exultantes en la bendición”.

En esta ocasión trataremos de la primera actitud: orar con vigilancia, lo cual significa tener cuidado de llevarla a cabo. Así como un velador no aparta la vista del lugar custodiado, así habría que estar atentos para no descuidar nuestra oración, que no se nos pase ese momento de encuentro con el Señor.

2) Para pensar

Se cuenta de un campesino de mucha fe que tenía una huerta de donde sacaba para el sustento de su familia. Sucedió que empezó a haber una gran sequía en toda su zona. Las tierras estaban muy secas, todos los cultivos comenzaron a secarse, los árboles en su huerto empezaron a resentirlo. El estanque se había secado, lo mismo que el pozo de donde sacaba el agua para regar. En esa situación tan crítica, empezó a rezarle con insistencia y piedad a Dios por su gran necesidad. Grande fue su sobresalto cuando su ángel le habló y le dijo que sus oraciones habían sido oídas. Que fuera junto al pozo, se arrodillara y rezara. El pozo se llenaría según su fe.

El campesino fue inmediatamente y se puso a rezar junto al pozo y, efectivamente, se fue llenando. En cuanto se llenó, fue a decirle a su familia que ya contaban con agua y podían sacar toda la que quisieran. Así lo hicieron y pudieron regar el huerto y tener para beber. A los pocos días el buen hombre volvió a rezar junto al pozo y éste volvió a llenarse. Y así lo hizo con frecuencia, pero un día el campesino enfermó y no pudo ir al pozo. El huerto resintió la falta de agua. Entonces el campesino decidió revelarle su secreto a su hija, que era una niña, para que ella lo sustituyera. La niña fielmente se levantó temprano y comenzó a rezar con gran fe y el pozo se llenó. La niña siguió rezando y el agua rebosó y salió del pozo y fue recorriendo todos los canales. La niña seguía rezando; y así, no sólo su huerto, sino todo el valle se benefició de esa agua.

El campesino reconoció que no tuvo la fe y generosidad de su hija, que no dejó de rezar, beneficiándose todos a su alrededor.

A veces no comprendemos que, si somos generosos en la oración, los principales beneficiados somos nosotros.

3) Para vivir

Para vivir este Adviento, cuidemos la oración, es decir, el encuentro y trato con el señor. El Papa Francisco reveló que siempre le ha llamado la atención lo que el Papa Benedicto había dicho: de que la fe no es una teoría, una filosofía, una idea, sino que es un encuentro. Un encuentro con Jesús.

Nos recuerda el Papa que el Señor siempre va más allá: “Nosotros damos un paso y Él da diez. Siempre. La abundancia de su gracia, de su amor, de su ternura que no se cansa de buscarnos. También a veces con pequeñas cosas”.

 

 

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