1) Para saber
Toda persona, hombre y mujer, han sido creadas a imagen de Dios. Y puesto que Dios es amor, también los hombres y mujeres han de vivir en el amor. Un amor que se dirige a Dios y al prójimo. Por ello la santidad consiste fundamentalmente en amar, que es el tema de la reciente Exhortación del Papa actual. El amor a Dios se expresa en la oración y en la adoración en que nos “abrimos” a lo trascendente. Dice el Papa Francisco que “el santo es una persona con espíritu orante, que necesita comunicarse con Dios… No creo en la santidad sin oración” (n.147).
La oración no se trata necesariamente de sentimientos intensos o largos momentos. Ciertamente se puede hablar con Dios en cualquier lugar y hora. Pero para que ello sea posible, dice el Papa, “también son necesarios algunos momentos sólo para Dios, en soledad con él”. Como definía Santa Teresa la oración: “es tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos os ama”.
2) Para pensar
Tres hermanas contaban cómo su petición en la oración se hizo realidad. Ellas deseaban contraer matrimonio y se lo pidieron a Dios, acudiendo a la intercesión de la Virgen María y de otros dos santos. Dios las sorprendió presentándoles buenos hombres y casándose con tres meses de diferencia.
Ellas son Kelly, Rachel y Juliette Fogarty las cuales nacieron en una familia numerosa. Rachel contó que ellas tenían el hábito de rezar el Rosario por sus futuros esposos sin conocerlos y pedían la intercesión de San Antonio de Padua y de Santa Ana. Dicen que sus oraciones fueron oídas y en el 2016 las tres se comprometieron en un intervalo de cinco semanas. Y en 2017 se casaron.
Juliette recordaba que “fue muy divertido compartir la misma alegría y los preparativos. Nos llamábamos y enviábamos mensajes para comparar los planes de las bodas”. La madre de las tres hermanas, Kathleen, comentó que “estaba desbordada con el aspecto sacramental de cada una de las bodas. Las chicas se estaban preparando con fe y mucho amor, salpicadas de la alegría de saber que están participando en el plan de Dios para su futuro”.
Rachel, a su vez, menciona que le gusta la rutina diaria de servirse el uno al otro, recordando que su abuelo le decía que el matrimonio no es que cada ponga el 50%, un 50/50, sino que consiste un 100/100, cada uno debe darlo todo para sacarlo adelante.
La menor de ellas, Juliette, comenta: “Espero que uno de los frutos de nuestra historia sea inspirar a la gente que quiere casarse a ser paciente, a mantenerse fuerte y a rezar por su futuro esposo o esposa”.
El Papa nos invita a pensar con la siguiente pregunta: “¿Hay momentos en los que te pones en presencia de Dios en silencio, permaneces con él sin prisas, y te dejas mirar por él?”
3) Para vivir
Se puede decir que el llamado a la santidad es para todos, pero cada uno tiene su propio camino que ha de recorrer con amor a Dios. Y teniendo ratos de silencio ante Dios se nos facilita saber nuestro camino personal: “Para todo discípulo es indispensable estar con el Maestro, escucharle, aprender de él, siempre aprender”, nos recomienda el Papa.
Es en la oración donde nos permitimos que el Señor nos llene de su amor, para que luego podamos darlo a los demás. Por ello no debería faltar un momento al día dedicado exclusivamente a Dios.
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