1) Para saber
Un anciano sacerdote vivía en una zona rural habitada por pocos católicos. Sucedió que un domingo hubo una intensa nevada por la que nadie pudo asistir a la Santa Misa. Al día siguiente, uno del pueblo quiso consolar al sacerdote: “Debió sentirse muy solo al ver la iglesia tan vacía”. Pero el párroco le respondió: “¿Vacía? De ningún modo. Había miles de santos y ángeles que me acompañaban durante la Misa”.
Esa unión que hay en toda la Iglesia es la “comunión de los santos”. El papa Francisco comentó que estamos unidos a todos, pero especialmente a nuestros patronos, sea por el nombre que tenemos, o por el templo al que pertenecemos, el lugar donde vivimos, etc. Podemos dirigirnos a ellos con confianza en los momentos de necesidad. La devoción a los santos no es algo mágico ni superstición; es simplemente hablar con un hermano o hermana que ya recorrió una vida ejemplar, y ahora está delante de Dios.
Quien dice “yo soy muy devota a san José” o a otro santo o santa, es una forma de expresar el amor que le tiene. Así como tenemos amistad con quienes convivimos, así también con los ya gozan de Dios en el Cielo. Y como con los buenos amigos, acudimos a ellos en caso de necesidad.
2) Para pensar
El mariscal Rommel, siendo de gran inteligencia, no era buen estudiante. Su profesor de letras, viendo su incompetencia, se dirigió a todos sus alumnos: “El día que Rommel me entregue su tarea sin ninguna falta de ortografía les doy el día de vacaciones y contrato una banda de música para celebrarlo”. Al día siguiente que hizo el dictado, Rommel entregó su escrito y le dijo al profesor: “Ya puede ir contratando la banda, profesor”. Y en efecto, no encontró ninguna falta. Intrigado le preguntó cómo fue posible. Rommel contestó: “Antes no me sentía motivado. No me había dado cuenta que con mi acción podía beneficiar a los demás, hasta que usted me lo aclaró”.
La comunión de los santos es un misterio de solidaridad en que nuestras acciones repercuten en los demás. La unidad que hay entre todos los miembros de la Iglesia permite que unos reciben ayuda de los otros. No podemos ser indiferente a los otros, porque todos somos parte de un cuerpo, en comunión.
3) Para vivir
En el Credo se recita: “Creo en la comunión de los santos”. Recuerda el papa Francisco que de niño pensaba que los santos hacían la comunión. Pero no. El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: «La comunión de los santos es precisamente la Iglesia» (n. 946). Una bonita definición, pues se enfatiza que nadie queda excluido. No significa que todos sean santos, sino que es la comunidad de los pecadores salvados por Jesucristo. Es Dios que por su Amor nos une a Él formando un solo cuerpo, como dice san Pablo, en el que Jesús es la cabeza y nosotros los miembros (cf. 1 Cor 12,12): «Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte de su gozo» (1 Cor 12,26-27). Todos unidos por la fe, por el bautismo, en comunión con Jesucristo. Y esta es la comunión de los santos.
El papa Francisco invita a acudir a la intercesión de los santos, especialmente a la Santísima Virgen María, Madre de Dios y luego, a san José. Teniendo presente que los milagros quien los hace es Dios.
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