1) Para saber
Se cuenta que un campesino fue a la casa de un vecino para pedirle prestado su burro para unos trabajos que debía realizar. El vecino, que era tacaño, le contestó que lo sentía, pero no podía prestárselo porque ya se lo había llevado otro amigo. Pero en ese momento, el burro que estaba en el patio trasero, se puso a rebuznar.
El campesino le dijo sorprendido: “Pero compadre, ¡parece mentira que me digas que no tienes el burro en casa, cuando lo estoy oyendo rebuznar!”. El vecino, aparentando sentirse ofendido, le contestó: “¿No irás a decirme ahora que te fías más del burro que de mí?”
Hay que saber a quién creerle, pues hay quien es digno de crédito y otros que no tanto. Pero si hay alguien a quien habría que creerle siempre es a Dios mismo que es la Verdad absoluta. Jesús dijo de sí mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. El papa Francisco reflexionó sobre la aparición de Jesús resucitando a los Apóstoles, que al no estar presente Tomás, luego se resistía para creer que Cristo vive. Y ponía de condición para creer, tocar sus llagas. Jesús se le aparece y deja que lo toque, pero alaba a aquellos que serán bienaventurados por haber creído sin haber visto. Si creemos en Cristo, nos contamos entre los bienaventurados.
2) Para pensar
No es difícil caer en la misma actitud incrédula de Tomás. Y es que no siempre es fácil creer, especialmente cuando se ha sufrido una gran decepción. Para creer, Tomás quiere una señal extraordinaria: tocar las llagas de Jesús. El papa nos invita a revisarnos si tenemos una actitud semejante de querer que Dios se nos manifieste de modo extraordinario, para entonces sí creer. De ponerle una condición a nuestra fe: “Si Dios me concede lo que le pido, entonces sí creeré”.
Habría que preguntarse, ¿en dónde buscamos a Jesús resucitado? ¿En algún evento especial? ¿En una manifestación espectacular y sorprendente? ¿Lo buscamos en nuestras emociones? Hay que saberlo buscar donde realmente está. El Señor prometió su presencia hasta el fin del mundo. Para ello fundó la Iglesia, la cual se encarga de traernos la presencia de Cristo, especialmente en la Eucaristía. Ahí seguro lo encontramos.
Tomás volvió a creer cuando se volvió a reunir con todos en comunidad. La fe se transmite y se fortalece en la comunidad de la Iglesia, en la comunidad de fieles, puntualizó el Papa.
3) Para vivir
Jesús se presenta ante Tomás y le muestra las llagas que le causaron los clavos y la lanza. El papa Francisco dice que esas llagas son señales del Amor que venció el odio, del Perdón que desarma la venganza, son las señales de la Vida que derrotaron la muerte. Son los canales de la misericordia de Dios, canales siempre abiertos de su misericordia. Por eso, cuando una persona hace una obra de caridad, de misericordia, está mostrando algo divino: el amor de Dios. Cuando obramos con amor, estamos permitiendo que otros descubran el Amor divino y se abran a su Amor.
San Josemaría Escrivá nos propone un itinerario para llegar a Jesús: “Al regalarte aquella Historia de Jesús, puse como dedicatoria: “Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo”.
—Son tres etapas clarísimas. ¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera?” (Camino 382).
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