Virtudes y vicios (15). Fiel a la palabra dada

1)  Para saber

“De todos los animales de la creación, el hombre es el único que bebe sin tener sed, come sin tener hambre y habla sin tener nada que decir”. Estas afirmaciones las hizo el actor cómico español José Luis López Vázquez. Y es que el modo de hablar está relacionado con la virtud de la justicia. La persona justa cuida de que su hablar corresponda con la verdad, vigila la sinceridad y por ello rehúye la mentira, la calumnia, la burla o el falso testimonio. El justo, dice el Papa Francisco en su Audiencia sobre las virtudes, mantiene la palabra dada y devuelve lo que ha recibido prestado, es fiel a su palabra.

A nadie le gusta que le mientan o le oculten la verdad. La Sagrada Escritura nos presenta la indicación de Jesús para el hablar: “Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno” (Mt 5, 37).

2)  Para pensar

Un hijo y su padre caminaban en las montañas. De pronto el hijo se cae, se lastima y grita: “Ahhh”. Para su sorpresa oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña: “Ahhh”. Con curiosidad el niño grita: “¿Quién está ahí?”. Y escucha: “¿Quién está ahí?”. Enojado con la respuesta, el niño grita: “¡Cobarde!”. Y recibe de respuesta: “¡Cobarde!”.

El niño enojado le pregunta al padre: “¿Quién me está insultando?”. El padre contesta: “Pon atención hijo”, y grita: “¡Te admiro!”. Y se oye: “¡Te admiro!” Luego grita: “¡Eres un campeón!” y escuchan: “¡Eres un campeón!” El padre le explica: “La gente lo llama ECO, pero en realidad es la VIDA, que sigue un principio de justicia: te devuelve todo lo que haces. Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor. Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean. Si quieres una sonrisa en el alma, dirige una sonrisa al alma de los demás. Recuerda lo que alguien dijo: Si no te gusta lo que recibes, revisa muy bien lo que estás dando”.

La virtud de la justicia es un antídoto contra la corrupción y contra otros comportamientos nocivos —como el fraude o la usura— que carcomen la fraternidad y la amistad social. Pensemos cómo es nuestro hablar.

3)  Para vivir

La persona justa, además, no sólo se preocupa por su bienestar individual, sino que quiere el bien de toda la sociedad. Por eso, no cede a la tentación de pensar sólo en sí mismo y de ocuparse de sus propios asuntos, por legítimos que sean, como si fueran lo único que existe en el mundo.

La persona justa sabe que no puede haber verdadero bien para uno, si no lo hay también para los demás. Por eso, cuida de que su propio comportamiento no perjudique a los demás. Y si comete un error, pide perdón, tiene la humildad de pedir disculpas. Incluso en algunas situaciones, el justo es capaz de sacrificar un bien personal para ponerlo a disposición de la comunidad. Desea el bien de la sociedad y por ello es ejemplar viviendo y promoviendo la legalidad; respeta las leyes sabiendo que son una barrera que protege a los indefensos de la arrogancia de los poderosos. Es primordial y necesario, tal vez hoy más que nunca, educar en el sentido de justicia y fomentar la cultura de la legalidad.

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