1) Para saber
“Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia.” Con estas palabras Nelson Mandela (1918-2013), abogado y político sudafricano, se refiere a la pobreza humana como la falta de recursos y oportunidades, las cuales es preciso poner todos los medios para erradicarla. Pero no hay que confundirla con otro tipo de pobreza, la cual es positiva, incluso es virtud: la “pobreza de espíritu”, fuente de vida y alegría. A ella se refirió el Papa Francisco al tratar las virtudes. Afirmó que Nuestro Señor, en el Sermón de la Montaña, se refiere a ella: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3). Y es la primera que menciona porque, junto a la humildad, es la base de las demás virtudes: la mansedumbre, la misericordia, la pureza de corazón…
La pobreza de espíritu nos lleva a reconocer nuestras limitaciones, a sabernos deudores en relación con Dios. A saber que de Él hemos recibido todo bien, absolutamente todo: desde las cosas materiales, hasta la familia, la fe, la misma existencia y el perdón de Dios.
2) Para pensar
En un informativo llamado “El Colombiano”, se relata un interesante diálogo que mantuvieron la santa Madre Teresa de Calcuta y Robert Ouimet, hijo de René Ouimet fundador en 1933 de Cordon Bleu Foods Inc. en Montreal. En 1964, Robert asumió la gerencia general y convirtió la compañía en una de las empresas de alimentos más importantes de Canadá.
René enseñó a Robert que más recibe el que da, pues el que no da, no disfruta lo que recibe. También le enseñó que más importante que las posesiones, son las convicciones. Robert se había sentido interpelado por el Evangelio con las palabras que Jesús le dice al joven rico, cuando éste le pregunta qué más debe hacer para ganar la vida eterna. Jesús le dice que venda cuanto tiene, lo dé a los pobres, y luego lo siga. Robert no sabía si debía vender la empresa y dárselo a los pobres. Para salir de su inquietud, pensó consultar a la Madre Teresa. La buscó, pero era muy difícil. Durante cuatro años estuvo tratando de hablar con ella, hasta que lo logró en 1983. Fue hasta Calcuta, en la India. La acompañó a una Santa Misa. Tras una breve conversación, ella le preguntó: “¿Usted me quiere preguntar algo?” Robert le dijo: “Sí madre. Quería saber si debo regalar todas mis pertenencias”. Entonces la Madre Teresa le preguntó: “¿Pero cuáles pertenencias?” Robert empezó a explicarle sobre su gran empresa en la que trabajaban muchísimos empleados. La Madre lo silenció: “Sí, sé de qué se trata. Pero señor Ouimet, recuérdelo bien, nada es suyo. Todo lo que tiene es prestado. Trate de administrarlo lo mejor posible en beneficio de los demás”.
3) Para vivir
La Madre Teresa fue más a fondo, a la actitud del señor Ouimet, a la pobreza del corazón, en que no importa las cosas que se tienen, muchas o pocas, sino la actitud ante ellas. Saber que nada es nuestro, el Señor nos permite que las utilicemos, pero siempre para servir, para ayudar. De esa manera, podemos decir que la pobreza de espíritu ayudará para solucionar la pobreza material, pues quien tiene, utilizará aquello para beneficio de los otros.
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