1) Para saber
Reflexionando sobre la familia, el Papa Francisco afirmó que la Navidad nos ayuda a entender: “este gran don que el Señor ha hecho desde el principio, cuando confirió a Adán y Eva la misión de multiplicarse y llenar la tierra”.
Comprendemos qué tan importante es la familia al pensar que el mismo Dios quiso nacer en una. Pudo venir espectacularmente o como un emperador, pero no. Contemplemos en el pesebre esta escena tan bella.
2) Para pensar
En el siguiente relato una señora cuenta su experiencia:
De prisa y molesta entré a la tienda a comprar regalos de Navidad a última hora. Tardaré una eternidad, pensé. La Navidad me empezaba a molestar. En el departamento de juguetes me quejé de los altos precios. Ahí encontré un niñito, con una preciosa muñeca. Una mujer, a la cual llamó tía, le increpaba: “Sabes que no tienes suficiente dinero para comprarla. Quédate allí, ahora vuelvo”.
Me acerqué y le pregunté al niño para quién era la muñeca. Me dijo: “Mi hermanita la quería para Navidad”. Yo le dije que Santa Claus se la traería. Pero me contestó: “No puede ir con mi hermanita. Se la tengo que dar a mi mamá para que se la lleve a ella”. Le pregunté dónde estaba. Me contestó: “Ella se ha ido con Jesús. Mi papá dice que mamá se va a ir con ella también”. Mi corazón casi dejó de latir. El niño me mostró una fotografía que se tomó al frente de la tienda y me dijo: “Le dije a mamá que esperara a que regrese para darle esta foto para que no se olvide de mí”.
Sin que me viera saqué dinero y le dije que contáramos su dinero otra vez. El niño entusiasmado lo contó y… era suficiente! “Gracias Jesús”, exclamó el niño y añadió: “Yo se lo pedí y Él me oyó”.
La tía regresó y yo me fui recordando una noticia de un accidente causado por un conductor ebrio, donde había perecido una niñita y su mamá estaba muy grave.
Dos días más tarde leí en el periódico que la mujer había muerto y fui a la funeraria. Allí estaba, la mujer en el ataúd, con una hermosa muñeca en sus manos, y la foto del niño de la tienda. Me fui llorando… mi vida había cambiado para siempre. El amor del niño por su madre y su hermanita era enorme. Fue una lección que no olvidaría sobre lo que es realmente importante.
3) Para vivir
Decía el Papa Francisco que Dios ha querido nacer en una familia en una aldea remota. No en una gran ciudad, sino en la periferia, de hecho, con mala reputación. Lo recuerdan los Evangelios: “De Nazaret, ¿puede salir algo bueno?”.
Quizás nosotros hablamos así de un lugar periférico. Recodemos que de ahí comenzó la historia más santa. Ahí no se hablaba de milagros o sanaciones, todo ocurría “normal”: la madre cocina, plancha las camisas… El padre, carpintero, trabaja. ¡Lo importante allí era la familia! Eran grandes santos. María, la mujer más santa, inmaculada, y José, el hombre más justo.
Antes que nada, cada familia como María y José ha de acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él, protegerlo, crecer con Él; así mejorará el mundo. Lograr que el amor, la ayuda, sea normal y no el odio o la indiferencia. Es la grande misión de la familia: recibir a Jesús en la persona de los hijos, del marido, de la mujer, de los abuelos.
Que el Señor nos dé esta gracia en estos días de Navidad.
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