El domingo 18 de octubre dio lugar a la Santa Misa y Canonización de los Beatos, en la que se habló del llamado a seguir a Jesús a través de la vía de la humildad y de la cruz, convocando a seguirlo por la vía del amor y el servicio, rechazando la tentación mundana de querer sobresalir y mandar sobre los demás.
Jesús invita a cambiar de mentalidad y a pasar del afán del poder al gozo de desaparecer y servir; a erradicar el instinto de dominio sobre los demás y vivir la virtud de la humanidad.
En el Ángelus, el Papa Francisco con gran preocupación habló sobre la tensión y violencia que afecta a Tierra Santa, pidiendo mucha fortaleza de ánimo para actuar con paz y no con odio y venganza.
Se realizó una plegaria para que Dios refuerce en todos la valentía de oponerse a la violencia, tanto gobernantes como ciudadanos.
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Queridos hermanos y hermanas,
Sigo con gran preocupación la situación de fuerte tensión y violencia que afecta la Tierra Santa. En este momento se necesita mucho coraje y mucha fortaleza de ánimo para decir no al odio y a la venganza y cumplir gestos de paz. Por esto rezamos, para que Dios refuerce en todos, gobernantes y ciudadanos, la valentía de oponerse a la violencia y de realizar pasos concretos de distensión. En el contexto actual de Oriente Medio es más decisivo que nunca, que se haga la paz en la Tierra Santa: esto nos pide Dios y el bien de la humanidad.
Al final de esta celebración, deseo saludar a todos ustedes que han venido a rendir homenaje a los nuevos Santos, especialmente a las Delegaciones oficiales de Italia, España y Francia.
Saludo a los fieles de la diócesis de Lodi y Cremona, así como a las Hijas del Oratorio. Que el ejemplo de San Vicente Grossi sostenga el compromiso por la educación cristiana de las nuevas generaciones.
Saludo a los peregrinos que han venido de España, en particular de Sevilla, y a las Hermanas de la Compañía de la Cruz. Que el testimonio de Santa María de la Inmaculada Concepción nos ayude a vivir la solidaridad y cercanía con los más necesitados.
Saludo a los fieles provenientes de Francia, sobre todo de Bayeux, Lisieux y Sées: a la intercesión de los santos esposos Ludovico Martín y María Azelia Guérin encomendamos las alegrías, las esperanzas y las dificultades de las familias francesas y de todo el mundo.
Agradezco a los señores Cardenales, a los Obispos, sacerdotes, personas consagradas, así como a las familias, los grupos religiosos y asociaciones.
Y ahora nos dirigimos con amor filial a la Virgen María.
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