Vuelo Papal; Viernes 12 de febrero de 2016
Padre Lombardi:
Santo Padre, bienvenido entre nosotros, como siempre, al inicio de estos bellísimos viajes intercontinentales. Este viaje nos emociona mucho. Sabemos que es un viaje que usted ha deseado mucho, tanto por el encuentro con el Patriarca como también por el encuentro con el pueblo mexicano. Nos preparamos para vivir grandes emociones y momentos históricos. Le expresamos nuestros mejores deseos para estos días y estamos con usted para hacer bien nuestro servicio de difundir la Palabra del Señor y sus palabras.
Como puede observar, somos un grupo numeroso, aproximadamente 76, el grupo internacional. Hemos dado un espacio grande a los mexicanos. Son alrededor de diez los mexicanos presentes, pero representan un poco a todas las naciones y a todos los países. Ahora le cedemos la palabra a usted, para que nos diga lo que desee al comienzo de este viaje. Muchas gracias por estar aquí.
Papa Francisco:
Buenos días. Agradezco su presencia y el trabajo que realizarán. Es un viaje exigente, muy intenso, pero muy deseado: muy deseado por mi hermano Kiril, por mí y también por los mexicanos. El otro día, al comienzo de la audiencia del miércoles, su decana mexicana me esperaba, como para hacerme entrar en el túnel del tiempo, con todas las películas de Cantinflas. Y así, he entrado en México por la puerta de Cantinflas, que hace reír mucho. Mi deseo más profundo es detenerme ante la Virgen de Guadalupe, ese misterio que se estudia, se estudia, se estudia y no hay explicaciones humanas. También el estudio más científico dice: «Pero esta es una cosa de Dios». Y esto es lo que hace decir a los mexicanos: «Yo soy ateo, pero soy guadalupano». Algunos mexicanos: todos no son ateos.
Quisiera decirles además otra cosa: que este es el último viaje en el cual nos acompaña el Dr. Gasbarri. Desde hace 47 años trabaja en el Vaticano. Es desde hace 37 años que se ocupa de los viajes. Lo digo porque podemos, durante estos días, manifestarle nuestra gratitud y pensar también a una pequeña fiesta aquí, al regreso… Y después Mons. Mauricio Rueda será el encargado de los viajes. Bienvenido.
Y ahora, si me permiten, quisiera saludarlos personalmente.
Padre Lombardi:
Antes de que el Papa salude a cada uno, invitamos a nuestra decana que, además de haberle dado las películas al Papa, ahora le da algo que lo proteja del sol de México. Este es el tercer Papa a quien Valentina ofrece un sombrero.
Valentina Alazraki:
Para que se sienta mexicano. El primero se lo regalé a Juan Pablo II, hace 37 años. Después él se hizo una colección porque viajó cinco veces. Papa Benedicto se lo puso en Guanajuato y dijo que se sentía mexicano. Por tanto, ahora es su turno. Además, este sombrero ha venido de Cuba. Una familia mexicana se lo llevó a Cuba, pero no logró dárselo a usted y me lo dejó. Prometí dárselo en el caso de que usted hubiese mantenido la promesa de ir a México. Lo que no imaginaba es que el sombrero volviese a Cuba. Esta ha sido la sorpresa. Gracias y buen viaje.
Papa Francisco:
Se lo agradezco. Gracias Valentina, a usted y a todos los mexicanos, y a todos los periodistas.
Muchas gracias.
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