Entre periodistas acreditados ante El Vaticano hay quienes afirman “que dejó de ser nota”, aunque todavía este miércoles acaparó la atención con las primeras fotografías que le fueron tomadas en Castel Gandolfo por una revista italiana, pero más allá de los “teaser” en radio y televisión o portadas de diarios, Benedicto XVI deja un legado escrito con sus tres encíclicas, libros sobre Jesús, documentos, catequesis y sobre todo un legado de coherencia al aceptar su fragilidad física.
“Una de sus mayores enseñanzas tiene que ver con la coherencia, con el hecho de que de por sí era un gran teólogo ocupado de las temas doctrinales, que siempre afrontó con profundidad y conocimiento con su retiro a una vida de oración deja una clara enseñanza de coherencia”, señaló en entrevista con yoinfluyo.com el sacerdote Pedro Miguel Funes Díaz, quien trabajó en la sección disciplinar para la Doctrina de la Fe junto con el “panzer cardinal” el “teólogo de hierro” durante cinco años antes de su pontificado.
Según el sacerdote mexicano, integrante de Los Cruzados de Cristo Rey y quien vive actualmente en un edificio ubicado a los alrededores del Vaticano, en donde su ventana da casi de frente al balcón del Sumo Pontífice, es difícil que Benedicto XVI quede en el olvido, no sólo por haber renunciado y más allá que vaticanistas hagan un balance de su pontificado, en palabras del cardenal Julián Herranz “en el fondo, resulta coherente con quien presentó siempre su ministerio como un servicio y no como el ejercicio de un poder”.
Cabe recordar que en su primer discurso a los cardenales en la Capilla Sixtina afirmó que el Pontífice “debe hacer resplandecer la luz de Cristo, no la propia” lo que hoy hace vida, por lo que para Funes Díaz, quien convivió en el día a día con el hombre del que mucho se ha especulado por su renuncia, es un ser humano notable que cambió la historia de la Iglesia y deja un gran legado doctrinal.
Además, Funes puede “presumir” que “en el trato siempre se portó gentil con todos lo que trabajábamos ahí, era siempre amable, respetuoso sobre todo escuchaba lo que se le decía, él no ignoraba a nadie, ni las propuestas de ninguno, cuando tenía que tomar una decisión lo tomaba, pero siempre escuchaba primero”, puntualizó.
Funes Díaz, también recordó con cariño aquel tiempo en que el cardenal Ratzinger hablaba del gozo “de la alegría de la ‘gioia’, no como carcajearse con un chiste, sino desde más profundo, serio, más íntimo, si alguien estudia su pensamiento descubrirá un interés constante; el de la alegría, aunque él no es efusivo, pero siempre tenía este pensamiento y la alegría era para él muy importante”.
Por lo que cabe interpretar que aquel hombre que inició su Pontificado el 19 de abril de 2005 y por voluntad propia lo terminó el 28 de febrero de 2013, sigue “cargando su cruz” con la alegría del deber cumplido, con la oración con su mejor arma para seguir velando por su Iglesia, aquella que hasta hace poco encabezó.
El Papa Benedicto XVI permanece en Castel Gandolfo mientras se termina la reforma al monasterio de monjas de clausura Mater Ecclesiae.
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