En 1959, año en que Fidel Castro toma el poder, de una población de seis millones de habitantes, el 91 por ciento eran católicos. Veinte años después, el porcentaje había descendido notablemente ya que, de una población de nueve millones tan solo profesaban la fe católica un 44 por ciento.
El proceso descristianizador puesto en marcha por los comunistas se notó en el bajo número de niños bautizados, en que el 60 por ciento de las actas de nacimiento registran bebés nacidos fuera del matrimonio y en que las cubanas suelen tener su primera relación sexual a los 14 años.
Ni duda cabe que es más fácil controlar a la gente si antes se embrutece a la sociedad por medio del desenfreno sexual.
El beato Juan Pablo II visitó Cuba en enero de 1998 y allí fue recibido de manera apoteósica lo cual es prueba evidente de cómo el catolicismo de los cubanos no está muerto sino que sufre un prolongado letargo.
Ahora, con motivo del IV Centenario del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre (que es para los cubanos lo que la Guadalupana para los mexicanos) Benedicto XVI decidió visitar la isla.
¿Qué se esperaba con dicha visita papal? ¿Mayor libertad para la Iglesia? ¿Apertura democrática abriendo juego político a la oposición?
Por lo pronto la visita del Papa ha sido netamente pastoral y quizás para no empeorar las cosas ha preferido no tener un encuentro con los principales opositores al régimen, entre ellos las Damas de Blanco.
Aún se recuerda como, tras la partida de Juan Pablo II, el régimen endureció su política persiguiendo con mayor rigor a los disidentes.
La presencia en Cuba de Benedicto XVI ha causado preocupación entre los sectores que se oponen a los hermanos Castro y prueba de ello son las declaraciones pesimistas del líder disidente Armando Valladares.
Armando Valladares, quien pasó varios años en las cárceles cubanas, teme, y no sin razón, que el régimen castrocomunista aproveche la visita del Obispo de Roma para lavar su imagen y presentarse ante la opinión pública internacional con un rostro más humano y tolerante.
Y es que la situación económica se agrava cada vez más; por otra parte, la cuantiosa ayuda que les brinda el dictador venezolano Hugo Chávez pudiera interrumpirse en caso de que el cáncer que padece resultase incurable y llegase a fallecer.
La avanzada edad de Fidel, cumple 86 años en agosto, así como la de su hermano Raúl, también octogenario, hacen suponer que Cuba se encuentre en víspera de grandes cambios.
Haciendo un somero análisis, vemos como la maquinaria interna del régimen castrista es presa del nerviosismo ya que se encuentra cuidándose no tanto de una oposición que tiene bien controlada sino de ellos mismos ya que, ante una eventual desaparición de los hermanos Castro, surgen varias interrogantes:
¿Qué pasaría o sea quién tomaría las riendas del poder? ¿Qué tanto apoyo recibiría de sus camaradas el nuevo dictador? ¿Se daría entre ellos una lucha intestina? ¿Cómo reaccionaría una población hambrienta ante un vacío de poder? ¿Qué actitud tomaría el gobierno de los Estados Unidos?
Entretanto la presencia del Papa en Cuba ha sido como una agradable brisa en medio de un asfixiante bochorno tropical que tiene postrada a la inmensa mayoría de la población.
La devoción de los cubanos por su Virgen de la Caridad es muestra evidente de cómo más de medio siglo de persecución contra la Iglesia no han logrado quitarle la fe al pueblo.
Benedicto XVI irá a Cuba no tanto para animar a la población puesto que él sabe mejor que nadie que los cambios son inminentes y caerán como fruta madura. El Papa irá a Cuba para confirmar en la fe a un pueblo que sigue soportando el peso de la más brutal dictadura que ha existido en tierras de América. |