Cada 2 de febrero se celebra la Fiesta de la Luz, las Candelas o Día de la Candelaria en la que muchos fieles católicos llevan al Niño Dios a bendecir a la iglesia.
Esta celebración es la continuidad de la fiesta del Día de Reyes en la que las personas se reúnen a partir la rosca la cual está llena de simbolismos, ya que el pan en forma ovalada representa el círculo infinito del amor a Dios, las frutas secas cristalizadas que adornan el pan simbolizan las joyas incrustadas en las coronas de los Reyes Magos, y el muñeco escondido representa al Niño Jesús.
Quien al partir un pedazo de pan encuentra al Niño Jesús, se convierte en sus padrinos quienes adquieren el compromiso de levantarlo del pesebre, vestirlo y llevarlo a la iglesia para ser bendecido el 2 de febrero, y posteriormente para ofrecer tamales a sus familiares y amigos ese mismo día.
La celebración del Día de la Candelaria es una remembranza de lo que en su tiempo hizo María en cumplimiento de la ley de Moisés, la cual mandaba que pasados los 40 días de haber dado a luz, la mujer se presentara en el templo para purificarse llevando consigo a su hijo, en este caso, el niño Jesús para ser presentado.
En el evangelio de San Lucas se narra lo que aconteció el día en que el Niño Jesús fue presentado en el templo, ahí un hombre llamado Simeón, conducido por el Espíritu Santo, encontró a María y a José y tomó al niño y exclamó:
“Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos; Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”.
Considerando las palabras de Simeón, que llama a Jesucristo “Luz para alumbrar a las nacionales” (Lc 2, 28-32), la misa de este día inicia con las bendiciones de las velas encendidas que los fieles llevan a la iglesia.
De ahí viene el nombre de esta festividad de la Luz o las Candelas, tradición que actualmente sigue muy enraizada en las familias católicas que al vestir dignamente al Niño Dios y llevarlo a bendecir a la iglesia hacen un signo de alabanza y de confianza en el Señor que está representado en una tierna figura infantil.
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