Durante este segundo Domingo de Adviento, el Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, dijo en la Catedral Metropolitana que “Siempre será válida la invitación de Jesús para hacernos “como niños” a fin de poder captar los misterios del Reino de los Cielos. Lo que nunca nos será permitido es quedarnos con una “actitud infantil” o “aniñada” que nos impida la madurez cristiana”.
Explicó que la Navidad corre el peligro de ser “infantilizada” si no sabemos ver tras el rostro del niño de Belén, la seriedad de la encarnación y de la salvación que viene a ofrecernos: “Para evitar que “aniñemos” la Navidad, la Iglesia nos enfrentó el domingo pasado con la doble venida de Jesús: como niño y como juez. En este segundo domingo de Adviento nos presenta a un Cristo que nos llama a un profundo cambio de vida, que nos llama a la conversión por boca del profeta Isaías y de Juan el bautista”.
EL Cardenal Rivera Carrera dijo que tenemos que ser, como Juan Bautista, la voz que clama en el desierto y preparar el camino del Señor: “Hoy hemos escuchado que Juan comenzó a predicar diciendo: “Conviértanse, porque el Reino de los cielos está cerca… Convertirse implica un profundo cambio de mentalidad, en donde se dejan los criterios del mundo y se abrazan los criterios del evangelio. La conversión auténtica nos debe llevar a rechazar la injusticia, la violencia y el odio para implantar la justicia, la paz y la reconciliación”.
“No podemos reducir la celebración de la Navidad al terreno de lo folclórico y ambiental. Necesitamos hacerle sitio a Jesús, barriendo todo aquello que el egoísmo y la injusticia han acumulado en nuestra vida personal y social y luchando por una sociedad en donde la paz, la tolerancia y la convivencia fraternal sean posibles”, dijo.
Finalmente afirmó que los habitantes de la Ciudad de México tenemos un grande y urgente reto: “Necesitamos convertirnos para convertir. Estamos a tiempo para dejarnos impregnar por el Evangelio, para capacitarnos y poder invitar, con palabras y con obras, a todos los moradores de esta gran urbe, a que dejen entrar en su vida a Jesucristo. El Papa Francisco nos impulsa con su ejemplo, a que tomemos en serio la tarea de la evangelización, la tarea de anunciar a Jesucristo.
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