El matrimonio no es una relación para “aguantarse” o “soportarse” el uno al otro, sino una vocación para realizarse en el amor, en donde se comparte la vida en todas sus dimensiones y se transmite esa vida en plenitud, afirmó el Cardenal Norberto Rivera Carrera.
En la homilía pronunciada durante la Misa dominical celebrada en la Catedral Metropolitana, el Arzobispo Primado de México sostuvo que sólo el Espíritu de Dios, que descubre la vocación al matrimonio y a la familia, es el que puede dar la fuerza de realizar ese proyecto de vida y de amor revelado desde el inicio de la humanidad.
“De verdad que el Espíritu Santo es el gran renovador del matrimonio y la vitalidad de los esposos cristianos y su familia, precisamente porque es el Espíritu de amor, el Espíritu que da vida”, expuso ante la grey católica.
Rivera Carrera advirtió que el matrimonio es un gran sacramento por el cual los hijos de Dios participan de una comunidad de amor y de vida entre un hombre y una mujer. “El Espíritu Santo es el que hace posible este sacramento, Él es el alma de la iglesia doméstica, de la misma manera que es el alma de la gran Iglesia”.
En este sentido, puntualizó que así lo expresa el Catecismo de la Iglesia Católica: “En el sacramento del matrimonio, los esposos reciben el Espíritu Santo como comunión de amor de Cristo y de la Iglesia. El Espíritu Santo es el sello de la alianza de los esposos, la fuente siempre generosa de su amor, la fuerza con que se renovará su fidelidad”.
La importancia de la preparación para el matrimonio
Recalcó que el sacramento del matrimonio supone una realidad humana, de ahí la importancia de los fundamentos humanos del amor en el matrimonio y de la preparación remota y próxima para casarse.
“En nuestra comunidad, ciertamente, se dan cónyuges desconfiados, sin amor; matrimonios que viven bajo el mismo techo padeciendo un terrible divorcio espiritual. Dios, que un día les dio la capacidad de amarse, puede resucitar en ellos la gracia de volverse a amar, pero hay que invitarlo a la boda, a la familia, a la vida de todos los días”, aseveró.
En su mensaje, el Cardenal Norberto Rivera confió en que esta Eucaristía, que es el sacramento de la nueva y eterna Alianza, ayude a todos los esposos cristianos a renovar su alianza de amor para caminar siempre juntos hacia el amor eterno.
“El matrimonio es un verdadero ministerio de amor y de vida, es un carisma o una vocación a la santidad, es un verdadero sacramento por el cual los esposos hacen presente a Cristo entre ellos y para los hijos, y junto con los hijos, hacen presente a Cristo siendo signos y testigos de su amor ante el mundo”, recalcó.
Para concluir, el jerarca de la Iglesia Católica indicó que vivir la vocación del matrimonio significa vivirlo en alegría, porque hay mayor alegría en el dar, y en el darse, que en recibir. “Jesús nos ha invitado a tomar su yugo que es dulce y ligero. El yugo de los cónyuges significa que entre los dos se ayudan a llevarlo. Si este yugo es el de la carne, el del placer, el del interés económico, pronto se convierte en yugo insoportable; pero si el yugo es el del proyecto de Dios, si es el yugo de Cristo, de su palabra y de su amor, entonces el yugo es ligero, es yugo suave y dulce y se lleva con alegría en medio de las contrariedades”, finalizó.
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