Sin duda, erradicar la pobreza extrema que hay en el país, ése es un gemido del Espíritu. Nuestro querido Papa Francisco nos ha dicho que quiere una Iglesia en salida, una Iglesia Madre, tierna, sencilla, cariñosa, humilde, cercana. Estoy seguro que esta Asamblea Nacional de Laicos escuchará este gemido del Espíritu como alegres misioneros discípulos de Jesús, luz del mundo, sal de la tierra, y sabrá desatar un voluntariado nacional que mitigue los dolores y penurias de la pobreza extrema que ofende a Dios y al prójimo. Y eso es lo que le pedimos al Señor en este encuentro y en esta Celebración Eucarística.
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