La vida y la misión de la Iglesia, son un desbordamiento de alegría, de gratitud por el llamado de Jesús a una vida plena; por un lado, experimentar el amor misericordioso del Padre Celestial, y por otro lado, el trabajo común por una vida humana digna, saludable, creativa y feliz. Celebrar a Jesús glorioso implica practicar sus palabras y obras, es decir, amar y servir a Dios, y amar y servir al prójimo.
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