El miércoles 16 de septiembre de 2015, Julián Carrón, Presidente de la Fraternidad Comunión y Liberación (CL), participó en el Encuentro “Un nuevo inicio para México, ¿de dónde partir?”, que se organizó con motivo del 30 aniversario de CL, en el país.
Julián Carrón tomó parte en el evento junto con Jorge Traslosheros, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y coordinando la mesa Oliverio González, responsable en México de CL, y el Cardenal Norberto Rivera envío un videomensaje. Dicho encuentro contó con una gran respuesta y con la presencia de Monseñor Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México; Monseñor Eugenio Lira, Secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), entre otros obispos, sacerdotes y religiosos.
El Dr. Jorge Traslosheros comparte que la respuesta que normalmente se da a la situación actual es que existe una crisis de valores, lo que es parcialmente cierto. Tenemos el problema de tener la conciencia fragmentada, no vemos el mal a los ojos, porque los valores son el resultado de cómo veo y trato al otro; si para mi es una cosa, lo trataré como una cosa; si creo que es persona, todo se transforma.
Al tratar del tema de Ayotzinapa, describe que una narrativa que instrumenta el relato, la “raja política”, evade el fondo del asunto, que los hechos no son cosa de locos, sino que fue hecho con planeación, como desaparecer toda evidencia material de estas acciones, lo que lograron. En un proceso no basta lo que se diga, se necesitan pruebas materiales, materialmente los mataron, pero juridicamente son desaparecidos.
No hay irracionalidad, al contrario, vemos la negación de la bondad, escuchamos las declaraciones brutales por su banalidad, parecía que no hablaban de personas sino de bultos. Vemos lo que ocurre cuando la razón se divorcia de la bondad, “su banalidad es lo que nos deja sin aliento”, la raíz del mal es la reducción de la humanidad; estos muchachos sólo eran accidentes en el camino. Nos negamos a reconocer que todos somos capaces de hacer el mismo mal, porque no es cosa de locos. Entonces qué debo hacer yo para anunciar el gran acontecimiento que es Cristo mismo.
La intervención del Padre Julián Carrón se dirigió hacia las bases de la profunda crisis que se vive actualmente en México, pero también en el mundo, crisis que hoy es palpable a todos. Ciertamente hay muchas situaciones graves, dañinas para las personas y la sociedad; no obstante, subrayó Carrón, es peor el no reconocer el mal, al reconocerse existe un juicio.
Hay crisis cuando la energía de los jóvenes se debilita, les falta interés, viven en un “aburrimiento invencible”. El hombre moderno, explica Julián Carrón, se ha encerrado en sí mismo y lo ha llevado, no a la introspección, sino a la más grande pasividad que ha conocido la historia; hay una especie de resignación, como la existía en la edad antigua, donde tratar de superar límites, era incluso peligroso.
Mencionó que hay una debilidad de la energía de la conciencia, ya no es posible reconocer la realidad, la misma emotividad está paralizada, lo que no inocuo, porque el hombre está hecho para la totalidad y no puede conformarse con menos. Esto es lo que abre paso a situaciones casi impensables; hoy, hay quienes optan por el terrorismo, siendo personas que han vivido y han sido educadas en Occidente, no han encontrado nada que les haya llenado de tal modo que les alejase de la violencia, que les comprometiera totalmente.
Dar sentido es el reto, esta juventud es “el resultado del escepticismo de los adultos”, comentó, siguiendo al Cardenal Ratzinger, que las guerras de religión de la época de la Reforma, buscaron preservar los valores fundamentales de la convivencia, se desacralizaron, se prescindió del cristianismo y este experimento, como vemos, fracasó. Actualmente ya no se ven “las cosas más evidentes”, lo que es más grave que estar equivocado en lo ético, porque lo que no se percibe es la naturaleza de las cosas.
Ante la apatía, la resignación descrita, ante el “encefalograma plano”, se necesitan nuevas y viejas respuestas, pero no sólo seguir haciendo lo mismo, no los mismos prejuicios; ante este bloqueo de lo humano, necesitamos algo que remueva al hombre, como el violín que necesita al violinista, cierto que el ser humano no es algo inerte, pero no parece estar lejos de aquello.
Julián Carrón mencionó que desde que el hombre es hombre se encuentra a sí mismo mediante el encuentro con el otro y que en este mundo los cristianos también debemos proponer y rescatar la postura del Papa que recuerda que ante esta perspectiva para la Iglesia se abre un camino fascinante. El hombre espera ver a Cristo como una realidad presente.
Cada generación debe decidir, porque existe la libertad, por lo tanto los valores no se sostienen por inercia por lo que debemos profundizar en el sujeto. Decía Don Luigi Giussani que la lucha está entre la religiosidad y el poder que reduce los deseos. Hay que sacar a las personas del letargo, viviendo una profunda humanidad, despertar esos deseos que motiven al hombre y que sólo se pueden saciar con el infinito. Comunicar esta humanidad que no deja a la genta indiferente, de uno a uno, como al principio, como en los inicios del Cristianismo.
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