El día 13 de mayo, en el marco de la Presentación del Cuerpo Académico de Teología y Ciencias de la Religión de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), el Cardenal Jorge Arturo Medina Estévez, Cardenal Presbítero de San Saba, impartió la conferencia “La Misión de la Teología en la Universidad”.
El Cardenal Medina explica que la teología desde su raíz significa “ciencia de Dios” y que se concibe como el esfuerzo de la razón por conocer a Dios, basado en las capacidades de la inteligencia humana.
Asimismo, se preguntó quién es entonces el teólogo. Y responde que sólo Dios lo sabe a ciencia cierta, ya que hay algunos que han llegado a ser incluso herejes. Agregó que no todos los doctores en teología son teólogos, ni todos los verdaderos teólogos han sido graduados en teología. Ninguna universidad otorga el grado de teólogo.
Por otro lado, la Iglesia, en consideración de diferentes circunstancias, puede otorgar a algún santo el título de Doctor de la Iglesia, dando un rango especial a su memoria.
Pero, el verdadero teólogo es sobre todo quien ha leído y releído las Escrituras, las ha meditado y asimilado; quien ha adquirido un conocimiento de las obras de Dios, pero más aún, un conocimiento amoroso e imbuido de la forma en que la Iglesia ha entendido las Escrituras, nunca prescindiendo de la fe.
Es un hombre de Iglesia, que vive su Liturgia y que no pretende separar las Sagradas Escrituras de la Tradición de la Iglesia y de su Magisterio. Así, en su complementariedad resplandece la catolicidad y la integridad de la fe. Sabe que es el Espíritu Santo quien guió a los escritores sagrados, pero también hoy conduce al Cuerpo Místico de Cristo, es decir, a la Iglesia. El teólogo asume que los contenidos de la fe son un depósito que ha recibido, de la Iglesia y que debe, a su vez, transmitirlos.
La universidad fue concebida como una comunidad de maestros y alumnos asociados en la búsqueda del saber, en búsqueda de la verdad, que se encuentra en la naturaleza íntima de las cosas. Para conocer esa verdad es útil la observación, los criterios y los protocolos, pero tampoco se puede prescindir del dato revelado.
Y estableció que una universidad no es católica porque lo mencionen su acta fundacional o sus estatutos, sino porque la comunidad está comprometida con la cosmovisión cristiana y católica de la vida, cosmovisión por la que los alumnos la han escogido.
La universidad, con esta naturaleza, tiene una profunda convicción de que esta cosmovisión es un aporte legítimo y valioso para la construcción de una sociedad con valores humanos y cristianos.
Con información de Fernando Limón Romero
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