En diferentes ocasiones el Cardenal Carlos Aguiar Retes, Arzobispo Primado de México y también el Santo Padre Francisco, han mencionado que el mundo vive un cambio de época, que se caracteriza por el hecho de que los valores que mantenía a la sociedad se ven cuestionados y la humanidad experimenta las consecuencias, a veces muy dolorosas, de esta etapa.
En nuestro país, podemos observar altos índices de violencia, que se ejerce con una saña inaudita. La preocupación por los más pequeños y los más viejos es escasa. Sin embargo, existe una voz consoladora, la de la Virgen María que nos pregunta “¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”, y que desde hace casi 500 años nos llena de esperanza.
De igual manera, Nuestra Madre visitó una humilde región de Portugal, a principios del siglo XX, cuando el mundo se debatía en “La Gran Guerra”. En Fátima, la Señora del Cielo, pidió a tres pastorcitos que rezaran todos los días el rosario por el fin de la guerra.
Hoy vivimos en México nuestra parte de una nueva guerra mundial “a pedazos”, como ha definido el Papa los diversos conflictos a lo largo y ancho del mundo, así que se presenta ante nosotros la misma fórmula que María confío a Lucía, Jacinta y Francisco, los videntes de Fátima: rezar el Santo Rosario.
El próximo domingo 13 de mayo, se cumplen 101 años de la primera de las apariciones de la Virgen de Fátima, Nuestra Señora del Rosario, así que, con esta motivación y como un medio para combatir los males que enfrentamos, ha surgido la iniciativa Rosario por México, que pretende rodear a nuestro país e inundarlo de oraciones.
Se propone pedir “por la paz, la justicia y la conversión de México, para que en las próximas elecciones presidenciales y de gobierno, el pueblo mexicano elija a los candidatos que apoyen la fe católica y los valores cristianos; para que tengamos un país en donde se privilegie la vida y se fortalezca la familia”.
Tengamos presente que la fe católica, tiene en alta estima la búsqueda del bien común, sin ninguna clase de distinción, así como la auténtica libertad religiosa, que protege la facultad incluso de no profesar fe alguna, porque creer debe ser un acto libre acorde con la dignidad humana y un sano laicismo, donde el gobierno puede cooperar con las diferentes iglesias para el bien de la población. Esto es contrario al laicismo, que excluye y menosprecia la labor de las asociaciones religiosas en favor del pueblo.
Se sugiere realizar esta iniciativa visitando el Sagrario y rezar el Rosario ante Jesús Sacramentado, de ser posible, con familiares y amigos; organizando “Horas Santas de desagravio al Inmaculado Corazón de María; realizando un buen examen de conciencia y confesándose así como ofreciendo todas las actividades del día María Santísima como un modo de mostrarle nuestro afecto y ternura.
De esta manera se abre una buena oportunidad para, como en aquel 13 de octubre de 1917, última aparición de la Virgen en Fátima, el clima extremo de una lluvia torrencial ceda al “milagro del sol”, que baile de alegría porque “Dios es amigo de su pueblo”.
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