Zumárraga y la Cripta de los Arzobispos de México

Debajo del Altar de los Reyes de la Catedral Metropolitana de México actualmente se encuentra la Cripta de los Arzobispos de México, que fue diseñada por el arquitecto Ernesto Gómez Gallardo en 1955.

En ella se hallan los nichos –con los nombres grabados en bronce– de 34 Obispos de México, y en el centro un monumento funerario que cubre los restos mortales de Fray Juan de Zumárraga, el primero de ellos.

Fray Juan de Zumárraga falleció el 3 de junio de 1548, en la festividad de Corpus Christi, y había dispuesto que fuera sepultado en la Iglesia de San Francisco –que estaba bajo la custodia de la Orden a la cual pertenecía–, pero por haber sido el primer Obispo de México, el Cabildo de la Catedral decidió que fuera enterrado en la Antigua Catedral de México, junto al Altar Mayor, según narra su principal biógrafo Joaquín García Icazbalceta.

En 1574, el Cabildo de la Catedral acordó poner en la pared que cubría su sepulcro un dosel de terciopelo negro con el escudo del Obispo, y así permaneció durante 35 años, pero el canónigo Pedro de Nava y otros sacerdotes decidieron tomar una reliquia del obispo, de modo que abrieron la sepultura y tomaron su anillo, que después de muchos años quedó bajo la custodia de Fray Diego de Mendoza, guardián del convento de San Francisco.

El 7 de febrero de 1586 el Cabildo dispuso que se hiciera una caja nueva para conservar los restos mortales de Fray Juan de Zumárraga, pero el proyecto no se llevó a cabo. Fue hasta 1610 cuando se volvió a tocar el tema debido a que estaba por demolerse la primera Catedral, en donde se encontraba enterrado, y la nueva Catedral (que es la que conocemos), ya estaba funcionando como templo, aunque seguía en obras.

Sin embargo, hubo dificultad para encontrar los restos del obispo, y fue hasta el 12 de junio de 1649, casi cuarenta años después, cuando apareció el féretro; también salieron a la luz los restos de Fray García de Santa María y don Feliciano de la Vega. Todos fueron colocados en la nueva Catedral.

Pasaron varios años, y el 25 de mayo de 1849 el Cabildo decidió que los restos de Zumárraga, que para entonces estaban en el suelo de la Capilla de San Pedro, pasaran a una pared para evitar mayores daños por la humedad del piso. Entonces, sólo se encontraron fragmentos de huesos y el cráneo. Allí se colocó una lápida conmemorativa.

Cuando Joaquín García Icazbalceta escribió la biografía de Zumárraga, decía que como reliquias, se conservaba “su gremial” de Obispo.

Finalmente, hacia 1955, sus restos fueron removidos para ser colocados en la Cripta de los Arzobispos de México, debajo del Altar de los Reyes, donde se encuentran actualmente.

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