De Sri Lanka a Filipinas, Francisco, un misionero en Asia

El Papa jesuita que busca evangelizar tierras lejanas, a sus 78 años, nuevamente vive la experiencia como misionero en Asia, el Continente más poblado del mundo, el más religioso y que apenas tiene presencia católica.

A cinco meses de su visita a Corea del Sur, el Papa Francisco retornó por segunda ocasión al Continente Asiático para manifestar a los ciudadanos y gobernantes de Sri Lanka y Filipinas “el deseo de la Santa Sede de contribuir al bien común, a la armonía y a la concordia social”.

Este lunes 12 de enero al emprender su primer viaje apostólico del año, el Santo Padre partió del Aeropuerto Fiumicino con rumbo a Colombo, capital de Sri Lanka, donde fue recibido por miles de personas, entre ellas, budistas, hinduistas, musulmanes y cristianos.

En cuanto a la Iglesia católica en Sri Lanka, con el liderazgo espiritual del Papa, está organizada en 11 diócesis incluyendo una arquidiócesis.

El país es poblado con 20 millones de habitantes, donde los católicos son “un pequeño rebaño” de millón y medio de fieles (el 7 por ciento de la población) entre la mayoría budista (70.2 por ciento), seguida por los hinduistas (12.6 por ciento) y los musulmanes (9.7 por ciento).

Cabe mencionar que la minoría católica está bien vista en el país, tanto entre la mayoría cingalesa como entre la minoría tamil, con raíces en ambos pueblos desde el siglo XVI, pero con poco crecimiento.

Joseph Vaz, a quien el Papa Francisco pide que nos enseñe a crecer en santidad y a vivir el mensaje de misericordia del Evangelio, fue un misionero del país, que fue conocido como el apóstol de Ceilán y fue beatificado en 1995 por el Papa Juan Pablo II.

En Sri Lanka es necesaria una reconciliación, al menos es lo que pretende lograr el Obispo de Roma tras su visita de tres días, ya que en el país gravemente azotado por el tsunami del 2004 y aun se escuchan los ecos de la guerra civil, que duró de 1983 a 2009, entre la mayoría cingalesa y la minoría tamil y que dejó más de 100 mil muertos.

Por otra parte está Filipinas, donde le espera el presidente filipino y diversas delegaciones para luego celebrar la Santa Misa en la catedral de la Inmaculada Concepción, símbolo de la evangelización, con el clero y religiosos.

Su Santidad llevará consuelo a Filipinas, sacudida el año pasado por el tifón Yolanda, que asoló parte del país y quitó la vida a más de 7 mil personas.

Su consuelo también será para la inmensa multitud de pobres y marginados del único país asiático mayoritariamente católico, con 75 millones de habitantes (80 por ciento de la población), que se prepara para festejar los 500 años de su primera evangelización a cargo de los religiosos que acompañaban a Magallanes.

Filipinas es el tercer país con más católicos del mundo después de Brasil y México. Es ahí donde el Santo Padre mostrará misericordia y compasión a los que sufren por los estragos naturales, pero también a los que sufren por las injusticias estructurales ocasionadas por la pobreza y la corrupción.

Durante los siglos XVI y XVII, España tuvo tres razones principales para colonizar Filipinas: Participar en el comercio de especias, entonces dominado por Portugal; aprovechar la situación geográfica de Filipinas tanto para el comercio como para extender el cristianismo a las civilizaciones avanzadas de China y Japón, y por último, cristianizar a los pueblos del archipiélago.

Además de ser la nación cristiana más grande en Asia, Filipinas es el hogar de muchas de las principales congregaciones religiosas del mundo. Hoy en día, estas congregaciones incluyen: los Agustinos, Agustinos Recoletos, Jesuitas, Dominicos, Franciscanos y otros muchos.

Cabe mencionar que el mismo trayecto, pero a la inversa (primero Filipinas y, después, Sri Lanka) lo hicieron Pablo VI en 1970 y Juan Pablo II por dos veces, en 1981 y en 1995. Con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Wojtyla congregó más de 4 millones de personas en la misa del Rizal Park de Manila. Francisco quiere seguir la estela de sus dos predecesores.

Asia, un Continente profundamente religioso está impregnado por las enseñanzas de las mayores religiones del mundo y las más antiguas: hinduismo, taoísmo, budismo.

Con dos tercios de la población mundial y con apenas un 2.6 por ciento de cristianos, Asia es el gran reto eclesial desde el jesuita Francisco Javier (1552-1610) quien es admirado por Su Santidad, ya que logró un gran trabajo de evangelización en China dentro del respeto de la cultura local.

Por ello, para evangelizar Asia, Bergoglio propone la “alegría del Evangelio” de una Iglesia samaritana. Una conquista por seducción y por la vía humilde de la alegría evangélica.

Él mismo confesaba en el avión de regreso de la Jornada Mundial de la Juventud de Río: “Hay que ir a Asia. El Papa Benedicto no tuvo tiempo de ir a Asia, y es importante hacerlo”. O como dijo en su reciente visita a Corea: “Asia es la gran frontera”. La última frontera del catolicismo.

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