Don Luigi Giussani, cumple 13 años de mirar al mundo desde la casa del Padre. Sacerdote italiano fundador del Movimiento Comunión y Liberación, extendido en alrededor de 90 países de los cinco continentes, falleció un 22 de febrero en el mismo año que San Juan Pablo II y Sor Lucía, vidente la Virgen de Fátima, 2005. Con este motivo presentamos una entrevista al periodista Alberto Savorana, quien escribió el libro “Luigi Giussani, su vida”, mismo que ha sido objeto de múltiples presentaciones en el mundo.
Don Giussani, nació en un pequeño poblado llamado Desio, al norte de Milán en 1922, ingresó al Seminario y es ordenado sacerdote en mayo de 1945, y desde 1954 enseña religión en el Liceo Clásico Berchet, una escuela no religiosa.
En primer término, se le pregunta al autor ¿cómo es que surge el movimiento de Comunión y Liberación (CL)?
Alberto Savorana responde que con una preocupación fundamentalmente educativa, ya que Giussani quería comunicar a los jóvenes la experiencia que él ya había hecho, de modo que la fe pudiera ser una propuesta útil para vivir, y esto provocó desde el inicio la curiosidad y el interés de sus estudiantes. Los invitó a encontrarse para compartir la experiencia de cada uno.
En la época de posguerra nacen varios movimientos laicales, como éste, el de los Focolares, o poco después en Estados Unidos la Renovación Carismática ¿cómo se relaciona CL con otros movimientos?
El periodista comentó que el movimiento tiene relación con otros movimientos laicales, que si bien son actuales, tienen 60 o 70 años de vida, y han tenido en el Papa Juan Pablo II al Sumo Pontífice que ha valorado estas experiencias, que ha indicado a la Iglesia como una modalidad para hacer presente la vida cristiana en esta sociedad secularizada, que en su diversidad de carismas comunican la fe católica, con formas que son más atractivas, más persuasivas a la vida de las personas, es la contribución que la Iglesia ha reconocido a los movimientos después del Concilio Vaticano II.
Una preocupación sobre estos movimientos, indica el Papa, es la de encerrarse en el propio grupo. En esta apreciación el biógrafo coincide y mencionó que éste fue uno de los grandes reclamos que don Giussani siempre hizo a lo largo de la historia del movimiento. CL nació dado que el fundador salió del seminario para enseñar en una escuela pública en Milán, laica, no católica, para poder verificar si la fe en la realidad cotidiana todavía servía para vivir la vida.
Es ahora el Papa quien hace ese reclamo al invitar a ser una Iglesia en salida, que sólo se comunica por el testimonio, no se puede imponer y no cuenta con armas para hacer valer su verdad, no se comunica por el proselitismo sino por su propio atractivo.
Y apuntó que es significativo que el primer libro de Julián Carrón, el sucesor de don Giussani, se llama “La belleza desarmada”, y esta belleza es la de la fe, que se difunde a través de la vida de las personas, de la que tiene problemas como todos, pero no vive aplastada, porque tiene una esperanza para afrontarlos.
Este es también el mensaje del Papa, que continúa testimoniando lo esencial en la Iglesia, Cristo. El único que se ha tomado sobre sí toda nuestra humanidad, es más, que ha dado la vida por nosotros. Ésta es la belleza desarmada que el Papa comunica y que entusiasma a las personas, y nosotros en CL, estamos entre los entusiasmados, señaló.
Don Giussani fallece el mismo año que Sor Lucía y el amado Papa Juan Pablo II, ¿qué le dice este dato?
Savorana indica que le parece que es una gran llamada a la responsabilidad, porque el Misterio ha decidido que personas que tan radicalmente importantes para nuestra fe hayan muerto, es como si el Señor hubiera dicho a cada uno de nosotros, sigue tú el camino, continúen el camino fieles a lo que ellos les han testimoniado.
En el fondo, recordó el periodista, como dijo el Cardenal Ratzinger, enviado por Juan Pablo II a celebrar los funerales del fundador de CL, y quien dos meses después sería elegido Papa, la grandeza de don Giussani no fue que ligaba a las personas a sí mismo sino a Cristo y así ha abierto las puertas del cielo a muchos.
La herencia que nos han dado don Giussani y san Juan Pablo II son de personas tan aferradas a Cristo, que toda su vida ha cambiado y a través de ellos ha cambiado la nuestra, y si Dios quiere, a través de nosotros, aún con nuestros limites, también la vida del otro pueda cambiar. Este tesoro se ha dado para comunicarlo.
¿Toda esta experiencia cómo se traslada al bien común?
Con el mismo método, de persona a persona, a través de personas cambiadas. Don Giussani decía que ninguna revolución social puede cambiar el mundo, si no inicia con una revolución dentro de nosotros; sólo si la persona cambia, el mundo puede cambiar. Esa es la gran respuesta da en la crisis de 1968, la sociedad no se cambia revolucionando las estructuras, sólo una persona distinta es el origen del cambio. Sólo la persona puede dar su contribución al bien común, así que no hay ninguna diferencia entre el testimonio personal y el público, porque todo se refiere a la vida.
El movimiento constantemente refiere a la realidad, en cierta forma aman la realidad, ¿cómo no desesperarse ante ésta o frente a las caídas personales?
El biógrafo responde que el cristianismo ha nacido para esto, ha nacido en el mundo antiguo que no toleraba la fragilidad ni el límite, pero ha nacido para decir que el hombre es mayor que sus límites, para decir que incluso las fragilidades y el limite del hombre son un grito, son la espera de una salvación que el hombre no puede darse por sí mismo, toda la historia recuerda lo que ocurre cuando el hombre se pone en el lugar de Dios. Cristo ha venido por esta gran piedad que Dios tiene por nosotros, pobres hombres, para que este límite y mal no sea el último juicio sobre nuestra vida. Si miramos nuestro mundo, veremos cuánto se necesita esto. El drama de nuestro tiempo es que el hombre cree que no hay una mano que le ayude; por eso, el Papa Francisco ha llamado al Año de la Misericordia, para decirle a todos que sí es posible encontrar esta mano, él es el primero en testimoniarlo y es una gran responsabilidad para los cristianos de hoy.
Finalmente, el autor desea a los lectores de la biografía que puedan encontrar la misma experiencia que él hizo, con un hombre que se ha convertido en un testigo creíble de que la fe cristiana, la fe católica es útil para vivir hoy, y que es un bien para todos.
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