El domingo 18 de enero, el Santo Padre, ya de vuelta en Manila, visitó la Universidad de Santo Tomás, en la que sostuvo un Encuentro con los Jóvenes y posteriormente celebró la Eucaristía en el Rizal Park de esta ciudad.
A su llegada a la Universidad fue recibido por autoridades académicas y se reunió brevemente con líderes de comunidades religiosas con presencia en Filipinas, tras lo cual dio un pequeño recorrido hacia el campo deportivo universitario, durante el cual saludó a un gran número de jóvenes. En el campo ya lo esperaban otros 30,000 muchachos.
En el desarrollo del Encuentro del Papa con los jóvenes, cuatro de ellos (tres hombres y una pequeña) ofrecieron sus testimonios al Pontífice y le formularon preguntas; el Papa los escuchó con atención y comprensión. Gyzelle-Iris Palomar, quien sólo tiene 12 años, preguntó al Papa porqué Dios permite que los niños sufran… y rompió a llorar, y Su Santidad la consoló.
El Papa, al igual que el día anterior en la Misa en Tlacoban, tenía preparado un mensaje; pero ante las cuestiones que le plantearon los jóvenes y los testimonios que compartieron, decidió hablar libremente y en español. Además de Gyzelle, tomaron la palabra Jun Chura, quien vivió en la calle como Gyzelle; Leandro Santos II, estudiante de Jurisprudencia, y Rikki Macolor, ingeniero electrónico.
Al iniciar su mensaje, el Papa Francisco comunicó que había fallecido una de las voluntarias de la visita, ya que, durante la Misa en Tlacoban, se desplomó una estructura causando la muerte de Kristel Mae Padasas, de 27 años, y pidió una oración por ella y por sus padres, de los cuales era hija única.
Ya tratando los temas propios del encuentro, el Papa subrayó de manera especial lo ocurrido durante la participación de Gyzelle. En primer lugar, comentó: “Y la poca participación de la mujer. ¡Demasiado poco! Las mujeres tienen mucho que decirnos en la sociedad de hoy. A veces somos muy machistas, y no dejamos lugar a la mujer”.
Continuó diciendo que sólo Gyzelle había hecho una pregunta sin respuesta: “¿por qué sufren los niños? Recién cuando el corazón alcanza a hacerse la pregunta y a llorar, podemos entender algo”. Señaló que hay una compasión que no sirve para nada, que sólo mueve a dar unas monedas. “Solamente cuando Cristo lloró y fue capaz de llorar, entendió nuestros dramas”.
Jesús lloró por su amigo muerto, o por los padres que habían perdido a su hija. “Al mundo de hoy le falta llorar”. Cuestionó si se sabe llorar por los niños abandonados o por los que no tienen casa o trabajan como esclavos, o si acaso se llora como el caprichoso que sólo quiere más. Y pidió que aprendamos a llorar, que ante la gran pregunta ¿por qué sufren los niños? que se hace llorando, la respuesta sea el silencio o las mismas lágrimas. “Sean valientes. No tengan miedo a llorar”.
En cuanto a la cuestión de los medios de comunicación, señaló que la información es buena, pero no se debe permitir ser “jóvenes de museo” que sólo acumulen información, sino que hay que ser sabios. “Padre, me pueden preguntar ¿cómo se llega a ser sabios? Y este es otro desafío: el desafío del amor. Lo que se debe aprender es a amar. Amar armoniosamente con tres lenguajes, lo que piensas, sientes y haces. E hizo repetir a los jóvenes: pensar, sentir, hacer.
“El verdadero amor es amar y dejarme amar. Es más difícil amar que dejarse amar… pero lo importante es dejarse amar por Él”. Estar abiertos a las sorpresas, a Dios que te sorprende con su amor. Hay sorpresas que mueven, pero que llenan el corazón, como le ocurrió a San Francisco.
En cuanto a la pregunta de cómo ayudar profesionalmente sin ser mundano, el Papa inquirió que en especial a aquellos que dan, dan y vuelven a dar. ¿Se permiten recibir de los demás?, ¿aprenden de la humildad de otros? Manifiesta el Santo Padre que: “hay que aprender a tender la mano desde la propia miseria”.
Concluyó diciendo que traía algo preparado, pero que “la realidad es superior a la idea… ¡Muchas gracias! Y recen por mí!”
@voxfides