El Obispo francés, Dominique Rey, de la Diócesis de Fréjus-Toulon, convocó a todos los fieles a una oración por los cristianos perseguidos el 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Virge María al Cielo, iniciativa que será acompañada del tañer de las campanas de las iglesias, en donde se pide a los fieles concentrarse para rezar por esa intención.
La iniciativa del Obispo Dominique Rey fue de inmediato seguida por los Obispos Marc Aillet, de la Diócesis de Bayona; Jean-Michel di Falco, de la Diócesis de Gap; y Jean-Pierre Cattenoz, de la Diócesis de Avignon. Se esperan más adhesiones.
«Que el día de la Asunción, en Francia, las campanas de todas nuestras iglesias repiquen y los cristianos y todos los que lo deseen se congreguen para expresar su apoyo Por la Paz, con la única arma del amor en las manos. Unos minutos de recogimiento y silencio», invitó el Obispo Dominique Rey.
Nacido el 21 de septiembre de 1952 en Saint-Étienne, Monseñor Dominique Rey fue nombrado por el Papa Juan Pablo II, Obispo de la Diócesis de Fréjus-Toulon el 17 de septiembre de 2000.
Al asumir su responsabilidad, la Diócesis de Fréjus-Toulon se caracterizaba por la poca práctica religiosa y la falta de vocaciones; pero Monseñor Dominique Rey logró transformarla radicalmente, y hoy es la Diócesis francesa con más ordenaciones por habitante.
Para lograr esto, el Obispo Rey –guiado por el pragmatismo que lo caracteriza– no dudó en llamar a decenas de realidades eclesiales especializadas en nuevas formas de apostolado, aun extranjeras; así como acoger desde carismáticos hasta tradicionalistas, pasando por los fieles más clásicos; y sobre todo, privilegiando la dimensión del primado de la gracia (ya que, se pueden tener ideas, tomar iniciativas, llevar a cabo programas pastorales, pero lo que es previo a toda nuestra acción es lo que Dios hace a través nuestro).
Oración a la Virgen María por cristianos perseguidos
La oración con que los fieles, y todos los que lo deseen, pedirán a la Virgen María por los cristianos perseguidos, es ésta:
«Santísima Madre de Dios, nos dirigimos a ti como Madre de la Iglesia, madre de todos los cristianos que sufren y de todas las minorías perseguidas. Te suplicamos, por tu ardiente intercesión, que hagas caer ese muro, los muros de nuestros corazones, y los muros que producen odio, violencia, miedo e indiferencia, entre los hombres y entre los pueblos.
«Tú, que mediante tu Fiat aplastaste a la serpiente antigua, congréganos y únenos bajo tu manto virginal, protégenos de todo mal, y abre para siempre en nuestras vidas la puerta de la esperanza.
«Haz que nazca en nosotros y en este mundo la civilización del amor que pende de la cruz y de la resurrección de tu Divino Hijo, Jesucristo, Nuestro Salvador, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén».
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