El llamado del Papa Francisco a las parroquias y santuarios europeos para que acojan cada uno a una familia de refugiados “expresa su preocupación por los que sufren, y es una invitación a todos los cristianos a ayudar de forma concreta y evangélica a aquellos en situaciones de emergencia, tales como las que experimentan aquellos que son rechazados en la frontera”.
Al mismo tiempo, “ante las guerras que trastornan Oriente Medio, nuestro deseo como cristianos y como Iglesia es permanecer en nuestro país, y hacemos todo lo posible para mantener viva la esperanza”.
Monseñor Antoine Audo, Obispo caldeo de Aleppo y presidente de Cáritas Siria, se pronunció en este sentido respecto a la iniciativa papal dirigida a movilizar a las comunidades cristianas de Europa en la acogida de los refugiados de zonas de conflicto en África y Asia.
Precisamente los emigrantes que huyeron de Siria y que se dirigen a Alemania –que acaba de abrir sus puertas– en estos días son el centro de los medios de comunicación a nivel mundial.
El criterio con el cual el presidente de Cáritas Siria observa estos fenómenos es el del realismo geopolítico y desde la preocupación pastoral.
“La situación de degradación, el aumento de la pobreza, la dificultad para tratar las enfermedades después de cuatro años y más de guerra” –dice Monseñor Audo– “ nos están desgastando a todos. En Aleppo hemos pasado el verano con problemas de suministro de agua y electricidad, ha sido terrible. Hoy la ciudad ha sido envuelta por una tormenta de polvo, no se puede ver nada, y nos hemos dicho: sólo nos faltaba esto… Al mismo tiempo, no podemos decir honestamente a la gente: huyan, escapen, que alguien los acogerá. Respetamos a las familias que tienen hijos y se van. Yo nunca voy a decir una palabra, ni un juicio que no sea benévolo de quien se va porque quiere proteger a sus hijos del sufrimiento. Pero para nosotros es un dolor ver a las familias que se marchan, y muchos de ellos son cristianos. Es una señal de que la guerra no terminará, o finalmente prevalecerán aquellos que quieren destruir el país”.
El escenario previsto por el obispo caldeo es el de una lenta hemorragia, mortal, que vacía al país de sus mejores fuerzas: “Incluso en Alepo escucho las historias de los jóvenes que dicen unos a otros: hagamos un grupo y vayámonos, por nuestra cuenta, sin pedir permiso a nuestras familias… Es un fenómeno grave, que nace de la desesperación. Pero eso es lo que está sucediendo. Esto significa que sólo los ancianos permanecerán aquí”.
Además, con respecto al fenómeno de los refugiados y la emigración masiva, el presidente de Cáritas Siria denuncia el ocultamiento sistemático de las dinámicas militares y geopolíticas que lo han causado: “hacemos todo lo posible para defender la paz”, dice a la Agencia Fides el Obispo Audo, “mientras que en Occidente dicen que están haciendo todo en defensa de los derechos humanos, y con este tema también siguen alimentando esta guerra infame. Este es la terrible paradoja en la que nos encontramos. Y no podemos siquiera entender lo que realmente quieren”.
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