Santo Tomás Moro

Santo Tomás, entregó su vida por obedecer a su conciencia

Santo Tomás Moro nace en 1478 en Inglaterra. A los 13 años comienza a trabajar con el Arzobispo de Canterbury, como mensajero, pero en vista de su inteligencia el Prelado le envía a estudiar al colegio propio de la Universidad de Oxford.

A los 22 años ya tiene doctorado en abogacía y profesor, gran lector, además de autor de diversos libros, de entre los que destaca “Utopía”, en el que describe una sociedad que no existe, escribe sobre lo que no tiene lugar, u, topos, sin lugar. No obstante, a través de su narración se puede contrastar lo que sucede efectivamente en la sociedad inglesa del siglo XVI.

Fue un hombre de familia, se casó con Juana Colt en 1506 y enviudó en 1511. Posteriormente contrae nupcias con Alicia Middleton, igualmente viuda y con una hija. Siempre fue un padre cariñoso y acogía con afecto a familiares y amigos, durante el tiempo de su prisión escribió diversas cartas muy bellas a su hija Margarita.

Por su gran capacidad profesional, cada vez ocupaba cargos de mayor responsabilidad hasta que en 1529 fue nombrado Canciller de Inglaterra. Poco tiempo después Enrique VIII solicita que se invalide su matrimonio para poder “casarse” con Ana Bolena, lo que le fue negado por el Papa.

En vista de la negativa del Santo Padre, Enrique VIII rompe con Roma y se proclama como el Jefe de la Iglesia en Inglaterra y se divorcia. Mas tarde se casa con Bolena y el Parlamento aprueba el Acta de Supremacía, con lo que queda completo el cisma.

El rey ordena a sus súbditos que otorguen un juramento cuyas declaraciones no podían presentar quienes pretendían mantenerse fieles a la Iglesia Católica, y hubo quienes no se sometieron al rey como Tomás Moro y Juan Fisher, entre muchos otros católicos que también fueron martirizados.

Moro presentó su dimisión al gobierno, perdió sus bienes y fue encerrado en la Torre de Londres por espacio de 15 meses, no obstante se mantuvo firme. En el último consejo de guerra afirmó que tenía que obedecer a su conciencia y pensar en la salvación de su alma.

Contaba con un clásico humor inglés, se dice que antes de subir al cadalso dijo: “ayúdenme a subir que de bajar yo me encargo”, o ya esperando la decapitación pidió que tuvieran cuidado con su barba que ella ninguna culpa había tenido. Estas expresiones recuerdan aquellas de San Lorenzo cuando lo asaban en una parrilla. Tomás Moro fue decapitado el 6 de julio de 1535.

Moro es ejemplo de que para mantenerse de pie ante los hombres hay que estar de rodillas ante Dios, asistía diariamente a Misa y cada viernes se apartaba en una capilla a meditar, uno de los temas más recurrentes de sus reflexiones era justamente la muerte, así estos momentos le preparaban para estas fuertes tribulaciones y su propio martirio.

La discriminación contra la Iglesia se redujo con el tiempo y para 1850 se restableció la jerarquía católica en Inglaterra y fue posible iniciar las causas de canonización. Moro y Fisher con otros 52 mártires, fue beatificado en 1886 por León XIII y canonizado por Pío XI en 1935.

El Papa Juan Pablo II, en el Motu Proprio E Sancti Thomae Mori, menciona que: “Su vida nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes. Convencido de este riguroso imperativo moral, el Estadista inglés puso su actividad pública al servicio de la persona, en especial si era débil o pobre…” Con este documento San Juan Pablo II lo nombra Patrono de los Gobernantes y de los Políticos, el 31 de octubre del año 2000.

 

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