El viernes 27 de noviembre el Papa Francisco visitó el suburbio de Kangemi. Comenzó agradeciendo que lo recibieran.
Papa Francisco: Ustedes son capaces de tejer lazos de pertenencia y convivencia que convierten al hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superar las barreras del egoísmo.
Describió la cultura de los barrios populares indicando que está impregnada de sabiduría particular que se refleja en la solidaridad, dar la vida por otro, preferir el nacimiento a la muerte, ofrecer un lugar para el enfermo en la propia casa, compartir el pan con el hambriento.
Papa Francisco: Reconocer estas manifestaciones de vida buena que crecen cotidianamente entre ustedes no implica, de ninguna manera, desconocer la atroz injusticia de la marginación urbana. Son las heridas provocadas por minorías que concentran el poder, la riqueza y derrochan con egoísmo, mientras crecientes mayorías deben refugiarse en periferias abandonadas, contaminadas, descartadas.
Expuso que Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno.
Después se encontró con los jóvenes en el Estadio de Kasarani, Nairobi, comenzó su discurso reflexionando el por qué de la violencia, de las destrucciones entre jóvenes, un hermano que mata a otro hermano.
Papa Francisco: un hombre pierde lo mejor de su ser humano, una mujer pierde lo mejor de su ser humano, cuando se olvida de rezar, porque se siente omnipotente, porque no siente necesidad de pedir ayuda, delante de tantas tragedias.
Con ello se preparó para dirigirse a Uganda, en donde comentó que su visita estaba orientada principalmente a conmemorar el quincuagésimo aniversario de la canonización de los mártires de Uganda por su predecesor, el Papa Pablo VI.
Papa Francisco: Los mártires, tanto católicos como anglicanos, son verdaderos héroes nacionales. Ellos dan testimonio de los principios rectores expresados en el lema de Uganda: «Por Dios y mi país».
Narró que en África del Este, Uganda ha mostrado una preocupación excepcional por acoger a los refugiados, para que puedan reconstruir sus vidas con seguridad. Su viaje continuó con la visita a Munyonyo.
Papa Francisco: Quisiera ante todo darles las gracias por los sacrificios que hacen ustedes y sus familias, y por el celo y la devoción con la que llevan a cabo su importante misión. Ustedes enseñan lo que Jesús enseñó, instruyen a los adultos y ayudan a los padres para que eduquen a sus hijos en la fe, y llevan a todos la alegría y la esperanza de la vida eterna.
El 28 de noviembre se presentó con la comunidad cristiana en Uganda, expresando que este lugar ha crecido mucho gracias al testimonio de los mártires, posteriormente acudió al Santuario de los mártires.
Papa Francisco: Hoy, recordamos con gratitud el sacrificio de los mártires ugandeses, cuyo testimonio de amor por Cristo y su Iglesia ha alcanzado precisamente «los extremos confines de la tierra». Recordamos también a los mártires anglicanos, su muerte por Cristo testimonia el ecumenismo de la sangre. Todos estos testigos han cultivado el don del Espíritu Santo en sus vidas y han dado libremente testimonio de su fe en Jesucristo, aun a costa de su vida, y muchos de ellos a muy temprana edad.
Cerró con la declaración de la herencia que han recibido en Uganda por sus mártires. Después se acercó gustoso a los jóvenes, haciéndolos reflexionar y proporcionandoles tres consejos.
Papa Francisco: Las tres cosas. Superar las dificultades. Segundo, transformar lo negativo en positivo. Tercero, oración. Oración a Jesús, que lo puede todo. Jesús, que entra en nuestro corazón y nos cambia la vida. Jesús, que vino para salvarme y dio su vida por mí.
Prosiguió su camino a la Casa de la Caridad de Nalukolongo, expresando su deseo de visitar este lugar que el Cardenal Nsubunga fundó.
Papa Francisco: Este lugar siempre ha estado ligado al compromiso de la Iglesia en favor de los pobres, los discapacitados y los enfermos. Pienso particularmente en el enorme y fructífero trabajo realizado con las personas afectadas por el SIDA. Aquí, en los primeros tiempos, se rescató a niños de la esclavitud y las mujeres recibieron una educación religiosa.
Realizó un llamado a todas las parroquias y comunidades de Uganda y el resto de África a no olvidar a los pobres, porque no se puede estar sin hacer nada, pero con pequeños gestos y acciones sencillas, generosas de honra a Cristo y a todos como hermanos.
Remató el día encontrándose con los sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas, diciéndoles que no olviden lo que Dios hizo por el pueblo. Les pidió que sean fieles a la memoria, a la propia vocación y a la oración.
Papa Francisco: La Iglesia en Uganda no puede acostumbrarse nunca al recuerdo lejano de estos mártires. Mártir significa testigo. La Iglesia, en Uganda, para ser fiel a esa memoria tiene que seguir siendo testigo, no tienen que vivir de renta. Las glorias pasadas fueron el principio, pero ustedes tienen que hacer las glorias futuras.
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