En el camino a la paz, la Iglesia es un interlocutor disponible

El Papa se reunió con el Consejo Supremo de la Sangha de los monjes budistas a lo que les comentó que esta era una oportunidad para fortalecer los lazos de amor y respeto entre budistas y católicos, además enfatizó que cuando los líderes religiosos hablan con una sola voz, del valor de dignidad humana o de la paz, ofrecen una palabra de esperanza, y se da un servicio a todos.

El Sucesor de Pedro externó que desde sus propias tradiciones religiosas existe un camino para avanzar a hacia la curación tras tantos conflictos, y manifestó su estima por todos aquellos que siguen las enseñanzas del budismo que han forjado en el país, un gran respeto a la vida, la paciencia y el respeto al medio ambiente, valores “esenciales para un desarrollo integral de la sociedad”. 

Señaló que “el gran desafío de nuestros días es ayudar a las personas a que se abran a la trascendencia” a darse cuenta que no podemos vivir aislados. Así animó a todos los que trabajan para sembrar la paciencia y la tolerancia, en esta nación asolada por conflictos, pero destacó este esfuerzo debe ser de toda la sociedad y no sólo de los líderes religiosos. De esta manera saludó los esfuerzos de la Conferencia de Paz de Panglog que hace esta materia.

Además puntualizó que en este camino “la Iglesia Católica es un interlocutor disponible” y rememoró una conferencia auspiciada por la Conferencia de Obispos local con diferentes actores en este camino de paz. Deseó que caminaran juntos budistas y católicos en este camino a la curación y por el bien de cada hombre en el mundo.

En su encuentro con el episcopado de Myanmar, este miércoles, tras la reunión con los líderes budistas, el Papa quiso reflexionar especialmente sobre tres palabras: sanación, acompañamiento y profecía. En cuanto a la primera, es un tema muy recurrente en este viaje apostólico en vista de las profundas divisiones que diferente conflicto ha acarreado al país.

Al respecto el Sumo Pontífice mencionó que: “la predicación del Evangelio no debe ser solo una fuente de consolación y fortaleza, sino también una llamada a la unidad, la caridad, y la sanación en la vida del pueblo. La unidad que compartimos y celebramos nace de la diversidad – no olvidéis esto, nace de la diversidad –  esto valora las diferencias entre las personas como fuente de enriquecimiento mutuo y de crecimiento; los llama a vivir unidos en una cultura del encuentro y la solidaridad.

Destacó la labor que hace la Iglesia en aquel país por aquellos que están como tendidos a los bordes del camino y señaló que mucho de la labor que tiene por delante se refiere “al diálogo ecuménico y la colaboración interreligiosa” y recordó que la Iglesia es un “hospital de campaña” para curar a los heridos.

Sobre el acompañamiento les mencionó a los obispos, que el pastor debe oler a oveja, pero también debe tener olor a Dios y les recomendó estar cerca de los sacerdotes porque para los obispos su prójimo más cercano son sus sacerdotes. Después les exhortó a no olvidar la importante labor de los catequistas y a también acompañar a los jóvenes.

Por lo que hace a la palabra profecía, señaló que “la Iglesia en Myanmar testimonia cotidianamente el Evangelio gracias a sus obras educativas y caritativas, su defensa de los derechos humanos, su respaldo a los principios democráticos” y los invitó a continuar de manera de esa voz de la Iglesia se siga escuchando. No obstante les recordó que el primer deber del obispo es la oración y les sugirió que la final del día se pregunten en el examen de conciencia, ¿cuántas horas he orado este día?

Y no olvidó recomendar que estén atentos a la salud tanto física como espiritual de ahí la importancia de la oración. 

 

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