Ángelus 11 de enero 2015

Francisco: Un cristiano sordo al Espíritu Santo se vuelve “mudo”

En la festividad del Bautismo del Señor, el Papa Francisco habló en el Ángelus del domingo 11 de enero sobre la fuerza del Espíritu Santo. Recordó que con frecuencia rezamos al Padre, pero nos olvidamos del Espíritu Santo; pero tenemos la necesidad de pedir su ayuda, su fortaleza e inspiración.

Papa Francisco: “El Espíritu Santo, el gran olvidado en nuestras oraciones. Nosotros a menudo rezamos a Jesús, rezamos al Padre, especialmente cuando rezamos el Padre Nuestro, pero no tan frecuentemente rezamos al Espíritu Santo. Es verdad ¿no? El olvidado. Y necesitamos pedir su ayuda, su fortaleza, su inspiración”.

El Espíritu Santo es guía de la existencia cristiana, ponernos bajo su acción significa redescubrir el coraje apostólico necesario para superar fáciles comodidades mundanas; en cambio, un cristiano y una comunidad de sordos a la voz del Espíritu Santo se vuelven también mudos, que no hablan y que no evangelizan.

Papa Francisco: “Poner bajo la acción del Espíritu Santo nuestra vida de cristianos y la misión, que todos hemos recibido en virtud del Bautismo, significa reencontrar la valentía apostólica necesaria para superar fáciles comodidades mundanas. Sin embargo un cristiano y una comunidad “sordos” a la voz del Espíritu Santo, que empuja a llevar el Evangelio a los confines de la tierra y de la sociedad, se convierten también en un cristiano y una comunidad de “mudos” que no hablan y no evangelizan. Recordad esto, rezar a menudo al Espíritu Santo, para que nos ayude, nos dé la fuerza, nos dé la inspiración, y nos haga ir adelante”.

El Papa también pidió oración por el viaje apostólico que comienza en esta semana a Sri Lanka y Filipinas y volvió a recordar lo que ha hecho desde que empezó su pontificado, recordar con alegría la fecha de nuestro bautismo y rezar por él.

Texto completo:

Queridos hermanos y hermanas:

¡Buenos días!

Hoy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, que concluye con el tiempo de Navidad. El Evangelio describe lo que sucede en la orilla del Jordán. En el momento en el que Juan el Bautista bautiza a Jesús, el cielo se abre. “Y al salir del agua -dice Marcos- vio que los cielos se abrían”. Vuelve a la mente la dramática súplica del profeta Isaías: “Si rasgaras el cielo y descendieras”. Esta invocación ha sido escuchada en el evento del Bautismo de Jesús. Y así, termina el tiempo de los “cielos cerrados”, que indica la separación entre Dios y el hombre, consecuencia del pecado. El pecado nos aleja de Dios e interrumpe la unión entre la tierra y el cielo, determinando así nuestra miseria y el fracaso de nuestra vida. Los cielos abiertos indican que Dios ha donado su gracia para que la tierra dé su fruto.

Así, la tierra se ha convertido en la casa de Dios entre los hombres y cada uno de nosotros tiene la posibilidad de encontrar al Hijo de Dios, experimentando todo el amor y la misericordia infinita. Lo podemos encontrar realmente presente en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Lo podemos reconocer en el rostro de nuestros hermanos, en particular en los pobres, en los enfermos, en los encarcelados, en los refugiados: ellos son carne viva del Cristo que sufre, la imagen visible del Dios invisible.

Con el Bautismo de Jesús no sólo se abren los cielos, sino que Dios habla de nuevo haciendo resonar su voz: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección”. La voz del Padre proclama el misterio que se esconde en el Hombre bautizado por el Precursor. Jesús, el Hijo de Dios encarnado, es también la Palabra definitiva que el Padre ha querido decir al mundo. Sólo escuchando, siguiendo y testimoniando esta Palabra, podemos hacer plenamente fecunda nuestra experiencia de fe, cuya semilla se ha puesto en nosotros el día de nuestro Bautismo.

El descenso del Espíritu Santo, en forma de paloma, consiente a Cristo, el Consagrado del Señor, inaugurar su misión, que es nuestra salvación. El Espíritu Santo, el gran olvidado en nuestras oraciones. Nosotros a menudo rezamos a Jesús, rezamos al Padre, especialmente cuando rezamos el Padre Nuestro, pero no tan frecuentemente rezamos al Espíritu Santo. Es verdad ¿no? El olvidado. Y necesitamos pedir su ayuda, su fortaleza, su inspiración. El Espíritu Santo, que ha animado por entero la vida y el ministerio de Jesús, es el mismo Espíritu que hoy guía la existencia cristiana. La existencia de un hombre, una mujer, que se dicen y quieren ser cristianos.

Poner bajo la acción del Espíritu Santo nuestra vida de cristianos y la misión, que todos hemos recibido en virtud del Bautismo, significa reencontrar la valentía apostólica necesaria para superar fáciles comodidades mundanas. Sin embargo, un cristiano y una comunidad “sordos” a la voz del Espíritu Santo, que empuja a llevar el Evangelio a los confines de la tierra y de la sociedad, se convierten también en un cristiano y una comunidad de “mudos” que no hablan y no evangelizan. Recordad esto, rezar a menudo al Espíritu Santo, para que nos ayude, nos dé la fuerza, nos dé la inspiración, y nos haga ir adelante.

María, Madre de Dios y de la Iglesia, acompañe el camino de todos nosotros bautizados; nos ayude a crecer en el amor hacia Dios y en la alegría de servir el Evangelio, para dar así sentido pleno a nuestra vida.

Queridos hermanos y hermanas, os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos.

Con gusto saludo al grupo de estudiantes de Estados Unidos de América, como también a la Asociación Laicos Amor Misericordioso. Hay mucha necesidad hoy de misericordia, y es importante que los fieles laicos la vivan y la lleven en los distintos ambientes sociales. Adelante, estamos viviendo el tiempo de la misericordia. Este es el tiempo de la misericordia.

Mañana por la tarde saldré para un viaje apostólico a Sri Lanka y Filipinas. ¡Gracias por vuestro deseo en ese cartel! Muchas gracias. Os pido por favor que me acompañéis con la oración. Pido también a los srilankeses y a los filipinos que están aquí en Roma que recen especialmente por mí, por este viaje.

Os deseo a todos un feliz domingo, aunque es un poco feo el tiempo, pero un feliz domingo. Y también hoy es un día para recordar con alegría el propio bautismo. Recordad lo que os he pedido. Buscad la fecha del bautismo. Así, cada uno de nosotros puede decir. ‘Yo he sido bautizado tal día’. Que sea la alegría del bautismo hoy. No os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

@voxfides

 

 


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