Audiencia 24 de febrero 2016

La misericordia puede cambiar la historia, dice el Papa

Durante la audiencia general del 24 de febrero el Santo Padre habló de la Misericordia, de la arrogancia y de sus abusos.

 

Papa Francisco: La riqueza y el poder son realidades que pueden ser buenas y útiles para el bien común, si se ponen al servicio de los pobres y de todos, con justicia y caridad. Pero cuando, como demasiado a menudo sucede, son vividas como privilegio, con egoísmo y prepotencia, se transforman en instrumento de corrupción y muerte.

 

Narró la historia de Nabot que se refiere a la tierra como propiedad.

 

Papa Francisco: La tierra es sagrada, porque es un don del Señor, que como tal es cuidada y conservada, en cuanto signo de la bendición divina que pasa de generación en generación y es garantía de dignidad para todos.

 

Continuó recordando las palabras de Jesús sobre el poder y la autoridad.

 

Papa Francisco: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo”. Si se pierde la dimensión del servicio, el poder se transforma en arrogancia y se convierte en dominio y opresión.

 

Expuso que la historia de Nabot se refleja en la actualidad con los políticos corruptos que quieren más y más, con la sed de poder; sin embargo, mencionó que por otra parte el Señor acepta el arrepentimiento.

 

Papa Francisco: La misericordia muestra también en este caso la vía maestra que debe ser perseguida. La misericordia puede sanar las heridas y puede cambiar la historia. Pero, abre tu corazón a la misericordia. La misericordia divina es más fuerte que el pecado de los hombres. ¡Es más fuerte! Este es el ejemplo de Nabot.

 

Finalizó diciendo que Jesucristo con su cercanía y ternura lleva a los pecadores al espacio de la gracia y del perdón.

 

Texto completo:

 

Queridos hermanos y hermanas:

 

En esta catequesis presentamos la historia de Nabot que nos muestra al poder y la autoridad que pierden su dimensión de servicio y de misericordia. El rey Ajab quiere comprar la viña de Nabot por conveniencia personal. Nabot se niega, porque para Israel la tierra es de Dios, prenda de su bendición, y se debe custodiar y trasmitir a la siguiente generación. Ajab se enfurece por no haber satisfecho su deseo. La reina Jezabel usará su poder para matar a Nabot y así quedarse con la viña.

 

Qué lejos está esto de la palabra de Jesús, que dice: «Quien quiera ser el primero… sea el servidor de todos» (Mc 9,35). Sin la dimensión del servicio, el poder se convierte en arrogancia y opresión. Si no hay justicia, misericordia y respeto a la vida, la autoridad se queda en mera codicia, que destruye a los demás en su afán de poseer. Pero la misericordia puede vencer el pecado. Dios envía a Elías para que amoneste al rey y se arrepienta. Con todo, el mal causado dejará una herida que tendrá consecuencias en la historia. Sólo Jesús puede sanar estas heridas y cambiar la historia, pues desde el trono de la cruz, el verdadero rey sale a nuestro encuentro, vence el pecado y la muerte, y nos da vida.

 

Saludos:

 

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en especial a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que el ejemplo de Jesús transforme nuestra concepción de poder para que siempre vivamos nuestra responsabilidad como un servicio, en el que manifestar su misericordia a los demás.

 

 

@voxfides

mm@yoinfluyo.com

 


Artículos Relacionados