Papa Francisco: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites

El pasado domingo 15 de marzo, durante el tradicional Ángelus, el Papa Francisco retomó las palabras que Jesús dirigió a Nicodemo: ‘Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único’, palabra que nos lleva a dirigir la mirada a Jesús Crucificado y a sentir que Dios nos ama de verdad.

Papa Francisco.- El Evangelio de hoy nos vuelve a proponer las palabras que Jesús dirigió a Nicodemo: ‘Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único’ ( Jn 3,16). Escuchando esta palabra, dirigimos la mirada de nuestro corazón a Jesús Crucificado y sentimos dentro de nosotros que ¡Dios nos ama, nos ama de verdad, y nos ama tanto! He aquí la expresión más sencilla que resume todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites.

Asimismo, el Papa Francisco pidió a todos los presentes reunidos en la Plaza Pablo VI tener en mente la frase de San Pablo que nos dice que Dios es rico en misericordia.

Papa Francisco.- San Pablo nos recuerda: ‘Dios, rico en misericordia, – no lo olviden nunca: es rico en misericordia – por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo’ (Ef 2,4)… Con su misericordia Dios perdona a todos y Dios perdona siempre.

Al finalizar el Ángelus el Papa habló sobre los atentados terroristas a dos iglesias cristianas en Paquistán y suplicó al Señor para que terminé la persecución contra los cristianos de aquel país.

Papa Francisco.- Con mucho dolor he conocido los atentados terroristas de hoy contra dos iglesias en la ciudad de Lahore en Paquistán, que han provocado numerosos muertos y heridos… Mientras aseguro mi oración por las víctimas y por sus familias, suplico al Señor, fuente de todo bien, el don de la paz y la concordia para aquel país.

Texto completo:

Queridos hermanos y hermanas: ¡Buenos días!

El Evangelio de hoy nos vuelve a proponer las palabras que Jesús dirigió a Nicodemo: ‘Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único’ ( Jn 3,16). Escuchando esta palabra, dirigimos la mirada de nuestro corazón a Jesús Crucificado y sentimos dentro de nosotros que ¡Dios nos ama, nos ama de verdad, y nos ama tanto! He aquí la expresión más sencilla que resume todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin límites. ¡Pero así nos ama Dios!

Este amor Dios lo demuestra ante todo en la creación, como proclama la liturgia, en la Plegaria eucarística IV «Has dado origen al universo para difundir tu amor sobre todas tus criaturas y alegrarlas con los esplendores de tu luz». En el origen del mundo está sólo el amor libre y gratuito del Padre. San Ireneo, un santo de los primeros siglos, escribe: Dios no creó a Adán porque tenía necesidad del hombre, sino para tener alguien a quien donar sus beneficios’ (Adversus haerenses, IV, 14,1) ¡Es así, el amor de Dios es así!

Así prosigue la Plegaria eucarística IV: ‘Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca’. ¡Y ha venido con su misericordia! Como en la creación, también en las etapas sucesivas de la historia de la salvación resalta la gratuidad del amor de Dios: El Señor elige a su pueblo no porque se lo merezca – y le dice así: ‘Yo te he elegido precisamente porque eres el más pequeño entre todos los pueblos. Y cuando vino ‘la plenitud del tiempo’ a pesar de que los hombres hubieran quebrantado tantas veces la alianza, Dios, en lugar de abandonarlos, estrechó con ellos un vínculo nuevo, en la sangre de Jesús – el vínculo de la nueva y eterna alianza – un vínculo que nada podrá quebrar nunca.

San Pablo nos recuerda: ‘Dios, rico en misericordia, – no lo olviden nunca: es rico en misericordia – por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo’ (Ef 2,4). La Cruz de Cristo es la prueba suprema del amor de Dios por nosotros: Jesús nos ha amado ‘hasta el fin’ (Jn 13,1), es decir no sólo hasta el último instante de su vida terrenal, sino hasta el extremo límite del amor. Si en la creación, el Padre nos ha dado la prueba de su inmenso amor donándonos la vida, en la pasión y muerte de su Hijo nos ha dado la prueba de las pruebas: ha venido a sufrir y a morir por nosotros. ¡Y ello por amor: tan grande es la misericordia de Dios! Porque nos ama, nos perdona. Con su misericordia Dios perdona todos y Dios perdona siempre.

¡Que María, que es Madre de Misericordia, nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios. Que esté cerca de nosotros en los momentos de dificultad y nos done los sentimientos de su Hijo, para que nuestro itinerario cuaresmal sea experiencia de perdón, de acogida y de caridad!

Después del rezo del Ángelus:

Queridos hermanos y hermanas:

Con dolor, con mucho dolor, he conocido los atentados terroristas de hoy contra dos iglesias en la ciudad de Lahore en Paquistán, que han provocado numerosos muertos y heridos. Son iglesias cristianas. Los cristianos son perseguidos. Nuestros hermanos derraman la sangre sólo porque son cristianos. Mientras aseguro mi oración por las víctimas y por sus familias, suplico al Señor, fuente de todo bien, el don de la paz y la concordia para aquel país, y que esta persecución contra los cristianos que el mundo busca de esconder, termine y sea la paz.

Dirijo un cordial saludo a ustedes, fieles de Roma, y a ustedes venidos de tantas partes del mundo.

Saludo a los peregrinos de Granada y de Málaga, España, como también a aquellos de Mannhein, en Alemania.

Saludo a los grupos parroquiales provenientes de Perugia, Pordenone, Pavia, de San José de Aurelio en Roma y de la diócesis de Piacensa-Bobbio.

Un recuerdo especial va a los chicos de Serravalle Scrivia, de Rosolina y de Verdellino-Zingonia que se preparan para recibir la Confirmación; a aquellos de la diócesis de Lodi y del decanato Romana-Victoria de Milán que hacen en Roma la “promesa” de seguir a Jesús. Saludo también a los monaguillos de Besana en Brianza. Allí se les ve, allí con la pancarta, ¡muchos saludos!

Saludo a los diversos grupos de voluntariado que, unidos en el empeño de la solidaridad, participan en la manifestación “Juntos por el bien común”. 

Aseguro mi cercanía a la población de Vanuatu, en el Océano Pacifico, afectada por un fuerte ciclón. Rezo por los difuntos, por los heridos y los sin techo. Agradezco a todos los que se han activado rápidamente para llevar ayudas.

Y a todos les deseos un buen domingo. Por favor no se olviden rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

 

@voxfides

amanjarrez@yoinfluyo.com

 


Artículos Relacionados