En el tradicional Ángelus en la plaza de San Pedro el pasado 28 de diciembre, aún durante la alegría del Nacimiento de Jesús, el Papa Francisco invitó a contemplar la Sagrada Familia como un mensaje de fe; María, José y Jesús, un icono familiar que irradia luz de misericordia y de salvación para el mundo entero.
Papa Francisco: “El mensaje que proviene de la Sagrada Familia es sobre todo un mensaje de fe. En la vida familiar de María y José Dios está verdaderamente al centro, y lo está en la persona de Jesús. Por esto, la familia de Nazaret es santa: porque está centrada en Jesús… Esta luz que viene de la Sagrada Familia nos anima a ofrecer calor humano en aquellas situaciones familiares en las cuales, por diversos motivos, falta la paz, falta la armonía y el perdón”.
Durante el Evangelio, recordó el momento en el que se dirigían al templo de Jerusalén y en donde se encontraron con Simeón y Ana, un encuentro entre dos jóvenes esposos y dos ancianos llenos de alegría y de fe, pues Jesús es quien acerca a las generaciones y es fuente de amor que une a las familias y a las personas.
Papa Francisco: “Es un momento simple pero rico de profecía: el encuentro entre dos jóvenes esposos llenos de alegría y de fe por las gracias del Señor; y dos ancianos también ellos llenos de alegría y de fe por la acción del Espíritu. ¿Quién los hace encontrar? Jesús. Jesús es Aquel que acerca a las generaciones. Es la fuente de aquel amor que une a las familias y a las personas, venciendo toda desconfianza, todo aislamiento, todo alejamiento”.
Asimismo, el Papa Francisco mencionó que este hecho también nos hace pensar en la importante presencia de los abuelos y su rol en la familia y la sociedad.
Papa Francisco: “Esto nos hace pensar también a los abuelos: ¡Qué importante es su presencia! ¡Qué precioso es su rol en las familias y en la sociedad! Las buenas relaciones entre jóvenes y ancianos son decisivas para el camino de la comunidad civil y eclesial”.
Para finalizar encomendó a María a todas las familias del mundo y dirigió sus afecto en especial a las familias que pasan situaciones difíciles, a los desaparecidos del vuelo entre Indonesia y Singapur, y a los rescatistas en el accidente del Mar Adriático.
Texto completo:
Queridos hermanos y hermanas:
En este primer domingo después de Navidad, mientras estamos todavía inmersos en el clima gozoso de la fiesta, la Iglesia nos invita a contemplar la Santa Familia de Nazaret. El Evangelio hoy nos presenta a la Virgen y San José en el momento en el cual, cuarenta días después del nacimiento de Jesús, se dirigen al templo de Jerusalén. Lo hace en religiosa obediencia a la Ley de Moisés, que prescribe ofrecer al Señor al primogénito.
Podemos imaginar esta pequeña familia, en medio a tanta gente, en los grandes cortiles del templo. No resalta a los ojos, no se distingue… ¡Pero todavía no pasa inobservada! Dos ancianos, Simeón y Ana, movidos por el Espíritu Santo, se acercan y se ponen a alabar a Dios por ese Niño, en el cual reconocen al Mesías, luz de las gentes y salvación de Israel (cfr. Lc 2,22-38).
Es un momento simple pero rico de profecía: el encuentro entre dos jóvenes esposos llenos de alegría y de fe por las gracias del Señor; y dos ancianos también ellos llenos de alegría y de fe por la acción del Espíritu. ¿Quién los hace encontrar? Jesús. Jesús es aquel que acerca a las generaciones. Es la fuente de aquel amor que une a las familias y a las personas, venciendo toda desconfianza, todo aislamiento, todo alejamiento.
Esto nos hace pensar también a los abuelos: ¡Qué importante es su presencia! ¡Qué precioso es su rol en las familias y en la sociedad! Las buenas relaciones entre jóvenes y ancianos son decisivas para el camino de la comunidad civil y eclesial.
El mensaje que proviene de la Sagrada Familia es sobre todo un mensaje de fe. En la vida familiar de María y José Dios está verdaderamente al centro, y lo está en la persona de Jesús. Por esto, la familia de Nazaret es santa: porque está centrada en Jesús.
Cuando los padres y los hijos respiran juntos este clima de fe, poseen una energía que permite a ellos afrontar pruebas también difíciles, como muestra la experiencia de la Sagrada Familia, por ejemplo en el evento dramático de la huida a Egipto.
El Niño Jesús, con su Madre María y con San José, es un icono familiar sencillo pero sobre todo luminoso. La luz que ella irradia es luz de misericordia y de salvación para el mundo entero, luz de verdad para todo hombre, para la familia humana y para cada familia. Esta luz que viene de la Sagrada Familia nos anima a ofrecer calor humano en aquellas situaciones familiares en las cuales, por diversos motivos, falta la paz, falta la armonía y el perdón. Nuestra concreta solidaridad no disminuya especialmente en relación a la familia que están viviendo situaciones muy difíciles por las enfermedades, la falta de trabajo, las discriminaciones, la necesidad de emigrar…
Encomendamos a María, Reina de la familia, a todas las familias del mundo, para que puedan vivir en la fe, en la concordia, en la ayuda recíproca, y para esto invoco sobre ellas la materna protección de quien fue madre e hija de su Hijo.
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