En medio de los festejos de la Navidad y el Año Nuevo, y de la alegría que esto nos provoca, el Papa Francisco, en la celebración de las vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, dedicó su homilía al “significado del tiempo”, y nos recuerda a todos que, así como “hubo un comienzo”, así también “habrá un final”, citando el pasaje bíblico «un tiempo para nacer y un tiempo para morir» (Eclesiastés 3,2).
Desde esta perspectiva, el tiempo no sería la mera sucesión de días, semanas, meses y años. El Papa Francisco explica que el tiempo “ha sido –por decir así– ‘tocado’ por Cristo”, convirtiéndolo en “tiempo salvífico”, es decir, el tiempo definitivo de salvación y de gracia.
“Con esta verdad, bastante simple y fundamental, así como descuidada y olvidada, la Santa Madre Iglesia nos enseña a concluir el año, y también nuestros días, con un examen de conciencia”, precisó el Santo Padre.
Un examen de conciencia para dar gracias al Señor por todo el bien recibido y, al mismo tiempo, pedir perdón por nuestras faltas y nuestros pecados. Con su sencilla didáctica, el Papa aclara que “la actitud de agradecer nos dispone a la humildad, a reconocer y a acoger los dones del Señor”.
¡Cuidado! Hoy en día preferimos ser esclavos que libres
Mas, sin embargo, advierte que “hay siempre en nuestro camino existencial una tendencia a resistirnos a la liberación; tenemos miedo de la libertad y, paradójicamente, preferimos más o menos inconscientemente la esclavitud”.
Y, al respecto, recordó cómo los israelitas que habían sido liberados “materialmente” de la esclavitud de Egipto, al padecer dificultades y hambre en el desierto, sintieron nostalgia de Egipto, donde «comían… cebollas y ajo» (cfr Num 11,5), olvidando que comían en la mesa de la esclavitud.
La reflexión del Papa Francisco no tiene desperdicio alguno, y en su parte medular nos dice:
“La libertad nos asusta porque nos pone ante el tiempo y ante nuestra responsabilidad de vivirlo bien. La esclavitud, en cambio, reduce el tiempo a ‘momento’ y así nos sentimos más seguros, es decir, nos hace vivir momentos desligados de su pasado y de nuestro futuro. En otras palabras, la esclavitud nos impide vivir plena y realmente el presente, porque lo vacía del pasado y lo cierra ante el futuro, frente a la eternidad. La esclavitud nos hace creer que no podemos soñar, volar, esperar.
“En nuestro corazón se anida la nostalgia de la esclavitud, porque aparentemente nos da más seguridad, más que la libertad, que es muy arriesgada. ¡Cómo nos gusta estar enjaulados por tantos fuegos artificiales, aparentemente muy lindos, pero que en realidad duran sólo pocos instantes! ¡Y Éste es el reino del momento, esto es lo fascinante del momento!”
Examen de conciencia
En esta reflexión, y con motivo del año que termina el año que empieza, el Papa Francisco nos invita a hacer un examen de conciencia, y responder a algunas preguntas:
¿Cómo es nuestra forma de vivir? ¿Vivimos como hijos o vivimos como esclavos? ¿Vivimos como personas bautizadas en Cristo, ungidas por el Espíritu, rescatadas, libres? O ¿vivimos según la lógica mundana, corrupta, haciendo lo que el diablo nos hace creer que es nuestro interés?
Y concluye diciendo que de este examen de conciencia depende la calidad de nuestro obrar, de nuestro vivir, de nuestra presencia en la ciudad, de nuestro servicio al Bien común, de nuestra participación en las instituciones públicas y eclesiales.
Esto quiere decir que el ser humano –todos y cada uno en lo individual– tiene el poder de transformar la sociedad, en un sentido o en otro, dependiendo de la respuesta que dé a las interrogantes de este examen de conciencia.
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