1) Para saber
«Si amas al Señor, “necesariamente” has de notar el bendito peso de las almas, para llevarlas a Dios.» (San Josemaría, Forja, n. 63,). En efecto, podemos observar en las biografías de los grandes santos, que su gran amor a Dios siempre viene acompañado de un gran deseo de que muchas personas también lo amen. El Papa Francisco, siguiendo con la carta dedicada a Santa Teresita del Niño Jesús, nos muestra que el amor a Dios que tenía esta santa la llevó a entregarse a la vida religiosa precisamente para salvar almas, pues no entendía su consagración a Dios sin la búsqueda del bien de los hermanos.
Por ese deseo tan grande de que todos conocieran y amaran a Dios, rezaba mucho por las tierras de misión, donde apenas llegaban los misioneros para evangelizar. Por ello, el Papa Pío XI, quien la había canonizado en 1925, la declaró patrona de las Misiones en 1927. Ella compartía el amor misericordioso del Padre por el hijo pecador y el del Buen Pastor por las ovejas perdidas, lejanas, heridas, y por ello es maestra de evangelización, afirmó el Papa Francisco.
2) Para pensar
Nos dice la Sagrada Escritura que Dios tiene un gran deseo de que todas las personas se salven, lleguen a su conocimiento y alcancen su felicidad. Quien ama a Dios, comparte ese deseo que Dios mismo pone en su corazón, y así Dios actúa a través de ellos para dar su perdón y sus dones. Por ello, toda la eficacia apostólica se le debe a Dios mismo que, con la colaboración de los hombres, quiere llegar a todos.
La acción de Dios no se ve pues actúa en los corazones. Mas en una ocasión, circunstancialmente, una persona palpó cómo su pequeña aportación se extendió rápidamente. Sucedió en un hospital en Filipinas. Un miembro del Opus Dei viajaba al norte de la isla de Luzón y lo invitaron a darles una plática espiritual. Era en un aula grande del hospital, y le dieron un micrófono. La charla transcurrió y terminó sin complicaciones. Al salir, le extrañó que personas que no habían asistido le dieran las gracias. Entonces un amigo le aclaró lo sucedido: “Has de saber que todo el hospital te escuchó casi por dos horas, pues el micrófono estaba conectado a todos los altavoces internos”.
Podemos pensar si nuestro amor a Dios nos lleva a tener el impulso apostólico de querer que todas las personas también lo amen.
3) Para vivir
Para acercar a las personas a Dios, dice el Papa Francisco, Santa Teresita no lo hacía presionándolas, sino quería evangelizar por “atracción”. Así se lo pide a Dios: «“Atráeme, y correremos tras el olor de tus perfumes”. ¡Oh, Jesús!… Al atraerme a mí, atrae también a las almas que amo. Esta simple palabra, “Atráeme”, basta. Lo entiendo, Señor. Cuando un alma se ha dejado fascinar por el perfume embriagador de tus perfumes, ya no puede correr sola, todas las almas que ama se ven arrastradas tras de ella”.
Incluso, siendo Santa Teresita consciente de que está cerca su muerte, y queriendo ya estar con su Amor Jesús, continúa con un ferviente espíritu apostólico que espera continuar en la vida eterna. Y escribe: «En el cielo desearé lo mismo que deseo ahora en la tierra: amar a Jesús y hacerle amar».
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