Virtudes y vicios (20). ¿Me atrevo a ponerme de pie?

Para saber

“La fe es el pájaro que siente la luz y canta cuando el amanecer aún está oscuro” (Rabindranath Tagore). Sin la fe, comenta el Papa Francisco, no tendríamos ojos que ven incluso en la oscuridad. Incluso nuestro conocimiento se quedaría corto. Algunos menosprecian la fe, olvidando que nos da un verdadero conocimiento. Claro que dependerá a quién se cree. Es fe humana cuando se cree a los hombres; es fe sobrenatural, la virtud teologal, cuando se cree a Dios. Siendo Dios la absoluta verdad, no hay posibilidad de errar al creerle, e incluso es un conocimiento superior al humano. El Papa Francisco añade que la fe sobrenatural es una entrega libre a Dios.

Como ejemplo, encontramos tres personajes de la Sagrada Escritura: Abraham, que puso su total confianza en Dios, y “se puso en camino como si viera lo invisible”, convirtiéndose en el padre de una larga estirpe de hijos. La fe le hizo fecundo. La fe de Moisés nos anima, pues confió en el Señor en medio de pruebas y dudas, al guiar a su pueblo por el desierto. Y la Virgen María, mujer de fe, que ante el anuncio del Ángel respondió generosamente con un corazón totalmente disponible y lleno de confianza en Dios, abandonándose plenamente a su voluntad.

Para pensar

Se cuenta que en la Universidad de Carolina del Sur había un profesor de Filosofía que era un ateo radical. Su meta cada año era probar que Dios no existía. Sus estudiantes siempre tenían miedo de discutir con él porque temían reprobar y que los pusiera en ridículo. Terminaba el semestre diciendo a sus 300 estudiantes: “Si alguien todavía cree en Jesús, ¡póngase de pie!”. Y continuaba: “Si Dios existiera, impediría que un pedazo de tiza se rompiera al golpear el piso, sería tan sencillo para Él, pero no puede hacerlo porque no existe”. Y azotaba un pedazo de tiza en el suelo rompiéndose en pedazos. Pero en una ocasión una joven cristiana, con temor, decidió ponerse de pie. El profesor la insultó: “¿Cómo? ¿Hay alguien ignorante y tonto? Verán cómo la tiza se rompe sin que Dios pueda hacer algo”. Pero cuando quiso arrojarla, perdió el equilibrio, la tiza se resbaló de sus dedos y fue resbalando por su manga, por los pliegues de su pantalón y por su zapato hasta que, intacta, llegó al suelo sin romperse. El profesor quedó con la boca abierta viendo la tiza, y salió corriendo del salón. La joven pasó al frente del salón y habló de su fe en Jesús durante media hora.

A veces no es fácil defender nuestra fe, pero no dudemos de su valor y pongámonos de pie cuando sea preciso.

Para vivir

La fe nos hace cristianos, pues nos vincula con Dios: Dios y yo; mi persona y el rostro amable de Jesús. El Papa Francisco recordó la escena del Evangelio donde la barca, donde viajaban los Apóstoles y Jesús, parecía hundirse por la tormenta. Acuden temerosos a Jesús, quien les reprende: “¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?” (Mc 4,40). He aquí el gran enemigo de la fe: no es la razón, sino el miedo.

Al bautizar a su hijo, los padres piden la fe. Saben que con ella, incluso en medio de las pruebas de la vida, su hijo no se ahogará en el miedo, pues la fe le dará la fuerza y le abrirá la mente a Dios. Por eso también nosotros, como los discípulos, repitamos: ¡Señor, aumenta nuestra fe! 

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