La música del alma
El canto aleja la melancolía: es como la sal, que impide que nuestra carne se pudra de tristeza. Si estás contento, canta. Si no lo estás, ¡también!
El canto aleja la melancolía: es como la sal, que impide que nuestra carne se pudra de tristeza. Si estás contento, canta. Si no lo estás, ¡también!
A la pregunta “¿Qué debemos hacer?”, hecha a Juan el Bautista, el Papa resume la respuesta en: seguir el camino del amor que actúa en favor del prójimo.
Expresa el Pontífice su admiración por los niños, mencionando que son un ejemplo a seguir por su alegría, fortaleza, confianza y ternura.
Los niños traen vida, alegría, esperanza, incluso complicaciones. Pero la vida es así. Una sociedad que se ha quedado sin niños es una sociedad triste.
El Papa Francisco nos ha hablado recientemente sobre la gran alegría que significan los hijos, que es el fin natural del matrimonio.
Francisco explica que el tercer domingo de Adviento nos propone la actitud de la alegría, que no es sólo para el Paraíso, Jesús está vivo y actúa aquí.
Además de su confianza en Dios, un segundo “secreto” de la alegría del Papa Francisco es su actitud de salir a la periferia, que es vivir la caridad.
El Papa dice que quizás se deba a su personalidad, que lo lleva a rezar y abandonarse en Dios; y como Él no lo abandona, lo hace más confianzudo.
Una bellísima expresión popular de la fe es la oración del Ángelus (en Brasil, la Hora de María). Es una oración sencilla que se reza en tres momentos señalados de la jornada, que marcan el ritmo de nuestras actividades cotidiana.
Más de tres mil niños despertaron grandes sonrisas al Papa Benedicto XVI durante su trayecto por la ciudad de Guanajuato, donde en ningún momento escondió la ternura y el amor por los infantes que le manifestaron su entusiasmo, alegría y cariño.